Una de las singularidades del TPP era que excluía a China, el mayor exportador del mundo. Una de las razones para esta exclusión era el esfuerzo del presidente Barack Obama de mostrar al mundo que su país tenía el liderazgo para determinar las reglas del comercio internacional.
El premier japonés, Shinzo Abe, recientemente declaró, en la cumbre de APEC en Lima, que el TPP no tenía sentido sin EE. UU., palabras fuertes pero claras. Recordemos también que Trump es un negociador por naturaleza y que todas sus palabras no necesariamente reflejarán exactamente sus acciones; su negativa actual puede ser moneda de cambio después. Ya la aprobación del acuerdo estaba cuesta arriba para muchos gobiernos, y esta nueva circunstancia al menos congelará el proceso de ratificación legislativa.
Para Guatemala y el resto de Centroamérica, el tema del TPP parece muy alejado de nuestra realidad, pero teniendo en consideración que algunos países del acuerdo podrían representar competencia directa a nuestras exportaciones, el potencial congelamiento del acuerdo podría significar consolidar las ganancias logradas a través del Cafta-RD, el Tratado comercial de Centroamérica y República Dominicana con EE. UU.
Si el criterio del presidente Trump en la negociación de los acuerdos comerciales (TLC) es no perder empleos por mano de obra barata en otros países y no permitir grandes déficits comerciales, como los mostrados en el Nafta con México, un análisis de nuestro intercambio comercial a través del Cafta-RD muestra que las exportaciones estadounidenses sobrepasan sustancialmente a las nuestras; por ejemplo, en el 2015, las exportaciones a EE. UU. fueron de US$9 mil millones y las importaciones provenientes de nuestro principal socio comercial fueron de US$23 mil millones; en otras palabras, por cada dólar vendido desde Centroamérica consumimos US$2.5 de productos estadounidenses. Estas cifras y el hecho de que ninguno de nuestros países produce automóviles ni acero, nos alejan posiblemente un poco del afán proteccionista del próximo gobierno de Estados Unidos.
También habría que considerar la tercera de las siete medidas propuestas en la campaña para reconstruir la economía estadounidense y alcanzar el libre comercio, específicamente ordenar al secretario de Comercio que identifique cada violación a los acuerdos comerciales —vigentes— que puedan dañar a los trabajadores estadounidenses e indicar a cada agencia responsable, por ejemplo, el Departamento de Trabajo que utilicen cada instrumento en las leyes nacionales o internacionales para terminar con esos abusos.
Es lógico prever que a partir del próximo año, las acusaciones o investigaciones sobre violaciones a compromisos laborales o medioambientales en el marco del Cafta se multipliquen. Eso implicará, entre muchas cosas, mejorar la capacidad de defensa comercial del país a través de peritos y abogados especialistas en estos temas que puedan salvaguardar los intereses nacionales.
Considerando que Centroamérica sigue siendo el segundo socio comercial de Centroamérica, es estratégico mantener el paso logrado por el proceso de implementación de la Cinco Medidas de Facilitación Comercial; asimismo, asegurar que el próximo año tendremos una Unión Aduanera firme entre Guatemala y Honduras. La estabilidad de nuestra región es fundamental para la economía guatemalteca.