La empresaria recuerda que hace cinco años el médico le confirmó que padecía cáncer de mama y a pesar de que su reacción fue devastadora, el apoyo de su familia y amigos fueron el motor que la llevó a superar la enfermedad.
Después de recibir el tratamiento indicado y gracias al cuidado de su familia, De Mendizábal superó el cáncer, y hace dos años decidió aventurarse en el mundo de los negocios.
En la variedad está el gusto.
Cinco son las salsas que se elaboran bajo la marca Chale Chile.
Salsas: chipotle, jalapeño asado, jalapeño con cobanero asado, cobanero asado y chiltepe.
500 frascos se producen a la semana, 400 de las primeras cuatro salsas y 100 de chiltepe. El frasco de 8 onzas se vende a Q35.
Contrario a lo que la mayoría de personas pensaría, la enfermedad fue una bendición para De Mendizábal, porque aparte que le brindó una segunda oportunidad para vivir, le dio la valentía de empezar su propia empresa, que se dedica a la elaboración de salsas picantes, hechas con productos 100% naturales, de origen guatemalteco y libres de preservantes y colorantes.
El gusto por lo picante
Ana Irene es esposa y madre de cinco hijos, tres varones y dos mujeres.
La emprendedora relata que uno de sus momentos favoritos para compartir en familia es cuando se reúnen a preparar carne asada.
Fue así como en varias ocasiones familiares le expresaron a la emprendedora que sus salsas picantes eran deliciosas, y especialmente los amigos de sus hijos le pedían que si podía venderles un frasco de su exclusiva receta.
“Desde pequeños mis hijos comen picante y me percaté que son los más jóvenes quienes disfrutan de él”, expresa.
Estandarizar la receta de las cinco clases de salsas picantes que fabrica le llevó un año a prueba y error, recuerda Riépele.
“No es lo mismo preparar un frasco de salsa que cientos de ellos”, resalta.
El apoyo de dos de sus cuatro hermanos fue clave para llegar a perfeccionar la receta.
El despegue
La empresa lleva por nombre Chale Chile y se debe a que una de sus amigas más cercanas la motivó a inscribirse en un concurso de cocina y aunque con duda y temores le informó a su amiga que no tenía nombre para su producto.
Entonces, ella le sugirió: ¿Por qué no le pones Chale Chile?
“Así le decimos los guatemaltecos cuando queremos agregar picante a las comidas y así fue como lo bautizamos”, concluye la emprendedora.