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El dólar de EE. UU., es la principal moneda de intercambio mundial, pero la tendencia comienza a señalar en otra dirección

Si en unos años, el polo económico internacional pasa de occidente a oriente y el yuan sustituye al dólar, el efecto no será inmediato para Guatemala, pero de igual manera, el país debe prepararse.

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China aprovecha el momento geopolítico para impulsar su propia moneda con varios países emergentes que resienten las acciones de Estados Unidos y sus aliados europeos, explica Boteo. (Foto, Prensa Libre: Hemeroteca PL).

En las últimas semanas, varios líderes mundiales han llamado a sustituir el dólar como la principal moneda para el comercio global, proponiendo en su lugar al yuan como una mejor opción y por ejemplo, en América Latina, el presidente Lula Da Silva hizo eco de ese mensaje en su reciente visita a China.

No es la primera vez que se trata de desafiar el dominio del dólar, pero algunos consideran que este podría estar amenazado como nunca en sus más de ochenta años de hegemonía. La primera razón es que el peso de la economía estadounidense en el producto interno bruto (PIB) global ha descendido considerablemente en las últimas décadas.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, la capacidad industrial de Estados Unidos estaba intacta, mientras que Europa y Japón estaban devastados. Eso le brindó una ventaja única a Estados Unidos para convertirse en el principal actor económico durante varias décadas. En 1960, Estados Unidos representaba el 39% de la economía mundial, mientras que Europa solo el 17%. Japón y China, apenas 3% cada uno.

A finales del siglo XX, esta situación había cambiado. El peso de Estados Unidos en la economía mundial había descendido a 27% de la economía global, mientras que las de Europa y Japón subieron a 23% y 15%, respectivamente.

Actualmente, la economía de Estados Unidos representa el 24% del PIB mundial y la economía de China se ha logrado posicionar en segundo lugar con un 18%. La Eurozona decayó a 15% y Japón a sólo 5%.

A la luz de estos datos, resulta comprensible que China busque un mayor reconocimiento de su moneda, pues aunque es la segunda economía del mundo, su moneda juega un rol marginal en el comercio y las finanzas internacionales, mientras el yuan apenas representa el 3% de las Reservas Internacional Netas de los Bancos Centrales del mundo.

La apuesta de Xi Jinping es que la moneda china compita en las grandes ligas con el dólar y el euro. Lo grave para Estados Unidos es que pareciera ya no tener la hegemonía económica de antes para contener ese proceso.

En segundo lugar, la Reserva Federal inundó al mundo con dólares durante la crisis del 2020 y en esta ocasión, la economía global fue incapaz de absorber tal magnitud de billetes verdes. La masa monetaria de dólares se multiplicó por cinco en tan sólo veinticuatro meses, lo que provocó la inflación más alta desde los años setenta. La Reserva Federal pensó que estaba en el escenario de la crisis de 2008-2009, cuando imprimió muchos dólares, pero el sistema financiero roto de aquel entonces impidió que la masa monetaria se expandiera.

Si bien la Reserva Federal está haciendo todo lo posible por contener la alta inflación y regresar a su objetivo de 2%, se ha instaurado una nube de duda sobre la capacidad de la institución monetaria de ese país, ante la agresiva y desmedida política monetaria implementada recientemente. Sobre todo, porque se terminó la recuperación extraordinaria de la economía estadounidense del 2021 y desde el año pasado hay temores de una posible recesión.

Pero el factor más relevante por el que se esta desafiando al dólar, es por las sanciones comerciales y financieras recientemente impuestas a Rusia. El gobierno de Estados Unidos implementó estas acciones como una forma de debilitar la economía rusa y hacer desistir a Putin de sus ambiciones sobre el territorio ucraniano.

Sin embargo, esto ha provocado pánico en muchos países emergentes y autocráticos, por lo que están tratando de alejarse del dólar, para evitar enfrentar las mismas sanciones que hoy recaen sobre Rusia. En un mundo en donde el dólar ya no es hegemónico, Estados Unidos ya no podría implementar sanciones financieras y comerciales.

China está aprovechando el momento geopolítico para impulsar su propia moneda con varios países emergentes que resienten las acciones de Estados Unidos y sus aliados europeos.

¿Qué tan difícil es desafiar al dólar?

Es muy probable que el proceso de sustitución del dólar lleve más de una década. Actualmente, el dólar representa el 58% de las Reservas Internacionales de los Banco Centrales alrededor del mundo. Es una cifra menor al 72% de hace dos décadas, pero todavía es bastante significativa.

Por otra parte, el 50% del comercio global utiliza el dólar y es la moneda más utilizada en los mercados cambiarios internacionales. Además, el sistema de pagos internacionales SWIFT representa el 40% de las transacciones internacionales. Sin duda es difícil competir con tal nivel de hegemonía.

China y sus aliados están tratando de construir todo un sistema financiero y comercial alternativo al de Estados Unidos y los países occidentales. Dentro de sus planes esta la creación de Bancos Multilaterales de Cooperación que desafíen al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM).

Al parecer están teniendo cierto éxito, ya que el FMI actualmente cuenta con una gran cantidad de recursos que ha sido incapaz de colocar en los países en vías de desarrollo, debido a que éstos están prefiriendo las opciones que presentan China y sus aliados.

Aún con estos éxitos, el camino no está fácil para China. Hay que recordar que muchas veces en el pasado se ha pronosticado el final de la era del dólar, sin que al final se haya concretado. Sucedió en 1971, con el abandono por completo del patrón oro; luego, con el ascenso de Japón en los años setenta y ochenta. Más recientemente, con el aparecimiento del euro hace más de veinte años y la crisis financiera del 2008-2009. En todos los casos, el dólar perdió parte de su influencia, pero no perdió su dominio.

Es muy probable que China logre afianzar su moneda en los próximos años y si se concreta una crisis bancaria de gran magnitud en Estados Unidos y Europa, este proceso se acelerará. Pero es bastante probable que el dólar continúe jugando un papel preponderante, aunque sin duda con menos fuerza.

Las crisis geopolíticas, las guerras comerciales y el proceso de desglobalización que actualmente vivimos nos llevan a un mundo económico, financiero y comercial desconocido, lleno de incertidumbre y alta volatilidad.

 

Parece que nos dirigirnos a un mundo multipolar y eso implicaría, que también habría una reconfiguración del mapa monetario, con un yuan más fuerte y un dólar menos influyente. Pero es muy probable que “el reinado” del dólar se extienda por lo menos durante una década más.

¿Cómo afectaría a Guatemala?

La economía de Guatemala está “conectada” directamente a la de Estados Unidos a través del comercio, las remesas y la inversión extranjera. A diferencia de varios países latinoamericanos, que han diversificado sus relaciones comerciales entre Estados Unidos, Europa y China, Guatemala tiene una relación comercial muy escasa con el gigante asiático, mientras que el intercambio comercial con Europa es de mucho menos envergadura que la vigente con Estados Unidos.

Por supuesto, Guatemala no cuenta con las abundantes materias primas que tiene Sudamérica y por eso no es de gran interés para China.

Por otra parte, el dólar es la principal divisa internacional que circula en Guatemala y los depósitos bancarios en esa moneda han crecido significativamente en la última década. De igual forma, el banco central de Guatemala guarda sus reservas principalmente en esa moneda. De esa cuenta, su economía se encuentra altamente expuesta a lo que sucede en Estados Unidos y su moneda.

En el corto plazo, un cambio del dólar por el yuan no tendría mayores efectos para la economía guatemalteca, pero en la medida en que el polo económico pasa de occidente a oriente, disminuiría la posibilidad de acceder fácilmente a los mercados dinámicos que se están desarrollando en la región asiática.

Por supuesto, existen consideraciones geopolíticas que van más allá de este análisis económico y que también deben considerase en cualquier estrategia que el país pretenda desarrollar en el largo plazo.