El precio del quintal de café pasó por debajo de los 100 dólares a mediados de septiembre, “un nivel extremadamente bajo con el cual los productores no pueden vivir”, señala Christophe Eberhart, fundador de la cooperativa francesa Ethicable, especialista en la importación de café de comercio justo.
Las asociaciones de comercio piden a la Organización Internacional del Café que se instaure una regulación para ayudar a los países productores, apunta Blaise Desbordes, director general de Max Havelaar France, el principal organismo certificador de comercio justo.
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Dualidad café-coca
Con los nuevos modos de consumo, sobre todo la aparición de las cápsulas individuales, “la gente no se da cuenta que pagan mucho más por su café”, explica Christophe Alliot, cofundador de Basic y autor del estudio.
Mientras que un café arábica molido de 250 gramos cuesta en promedio 3 euros en Francia (12 euros el kilo), en cápsulas individuales el kilo cuesta entre 50 y 60 euros, según este mismo estudio.
Aunque se añada 10 a 15 euros por el embalaje, “alrededor de la mitad del precio de las cápsulas no tiene explicación “, estima Alliot. Una diferencia “que no llega para nada a los productores”, denuncia.
Para este estudio, hay tres problemas: la concentración entre los torrefactores; tres de ellos — Nestlé, JDE y Lavazza, controlan el 81% del mercado mundial de café; el peso de los grandes negociadores, como Neumann, Ecom, Olam, Louis Dreyfus o Volcafé; y la precariedad de los productores.
En Perú o en Etiopía, los productores de café cobraron en 2017 “20% menos que en 2005”, de acuerdo al estudio.
“Un poder desproporcionado”
En Perú, en donde entre 25 a 30% del mercado está compuesto de cooperativas de comercio justo que garantizan un precio mínimo a los productores para que puedan vivir correctamente, el otro “70% del mercado funciona a través de grandes negociantes que tienen un poder desproporcionado”, señala Alliot.
“Cuando los precios son demasiado bajos, los agricultores ya no pueden seguir manteniendo sus sistemas agroforestales, y si abandonan sus prácticas, las plantaciones colapsan”, advierte Eberhard.
“En Perú, el mayor productor de coca del mundo, existe una verdadera dualidad entre el café y la coca (…): la caída del precio del café alimenta la atracción por la coca”, advierte Eberhard, recordando que la producción de coca aumentó cuando el café colapsó en 1989.
Para Merling Préza, directora de la cooperativa Prodecoop en Nicaragua y vicepresidenta de la Red Latinoamericana de Comercio Justo, “es absolutamente esencial redistribuir el valor” entre los productores.
“Necesitamos el compromiso de la industria, pero también de los consumidores”, dijo durante una visita a París, por invitación de la red Max Havelaar.
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