“Es genial estar en California, la tierra de los pioneros” , dijo ya en tierra, con el cofundador de Google y firme defensor de las energías alternativas, Sergey Brin, junto a él.
“La innovación y la vanguardia deben continuar. La revolución de las tecnologías limpias tiene que seguir adelante”, destacó.
El objetivo de la misión es demostrar que se puede volar con energías alternativas al combustible de origen fósil, con un aparato alimentado por 17 mil células fotovoltaicas.
Sus alas son más largas que las de un avión jumbo. Su envergadura es de 72 metros y su peso 2.3 toneladas, equivalente al de un auto de gran capacidad.
Nacido en Zúrich, Borschberg es un veterano aventurero: hace 15 años escapó por poco de una avalancha y en 2013 se vio implicado en un accidente de helicóptero del que salió con heridas leves.
Piccard, un médico de 58 años, dijo que la travesía de 62 horas entre Hawái y Silicon Valley en solitario había sido una de las experiencias “más increíbles” de su vida.
“Apuesto a que en diez años, los aviones eléctricos podrán transportar hasta a 50 personas. Esto ocurrirá” , agregó.
Piccard empezó su vuelta al mundo el 9 de marzo de 2015 cuando despegó de Emiratos rabes Unidos. Ha ido alternando las etapas en solitario con los vuelos acompañado de su socio, el también suizo André Borschberg, de 63 años.
Tras California, la siguiente etapa del Solar Impulse 2 será cruzar Estados Unidos y llegar a Nueva York.
El reto del Pacífico
La etapa más difícil fue la que cubrió Borschberg en julio del año pasado, en cinco días y cinco noches, entre la ciudad japonesa de Nagoya y Hawái, 8.900 km en total. El avión tuvo que aterrizar en el archipiélago porque las baterías se recalentaron, y la reparación se prolongó durante meses.
Para cubrir aquella etapa, Borschberg voló durante 118 horas, batiendo el récord de 76 horas y 45 minutos del aventurero estadounidense Steve Fosset en 2006.
La travesía del Pacífico era la más peligrosa para el Solar Impulse 2, ante las largas distancias por cubrir y la falta de lugares para aterrizaje en caso de emergencia.
Volando a más de 9 mil metros de altitud, Borschberg tuvo que recurrir a bombonas de oxígeno en algunos momentos para poder respirar y experimentó fuertes cambios de temperatura.
El sábado, Piccard dijo que durante el vuelo sobre el Océano Pacífico apenas pudo dormir durante pausas de veinte minutos. “Después de veinte minutos tienes que despertarte y efectuar controles, y si todo anda bien, puedes volver a dormir” , indicó.
El avión solar, que almacena energía en baterías para cuando no brilla el sol, parará en Nueva York antes de cruzar el Atlántico hacia Europa, desde donde los pilotos planean realizar su viaje de vuelta hacia Abu Dabi, de donde partieron.