El valor de las exportaciones del grano equivale a más de US$1 mil millones y aunque en términos de volumen las ventas de café al exterior se redujeron, en comparación con la temporada 2020-2021, cuando se situó en alrededor de 4.7 millones de quintales, el aumento de los precios internacionales favoreció el ingreso de divisas.
El buen desempeño de las exportaciones de café refleja la resiliencia del sector, pese a los embates de la pandemia y los efectos de los fenómenos climáticos, según el estudio “Impactos económicos y sociales del COVID-19 y el cambio climático en la caficultura del Triángulo Norte Centroamericano”, publicado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La investigación logró identificar y precisar los impactos económicos y sociales de la pandemia Covid-19 y las tormentas Eta y Iota sobre los diferentes actores de la cadena de valor del grano y se efectuó́ entre septiembre y noviembre de 2021, con la participación de 1 mil 44 familias caficultoras y 156 representantes de diferentes eslabones del sector.
El Covid en la caficultura
De acuerdo con el estudio del BID, el 18% de las familias reportó haber tenido al menos un caso positivo de Covid en su hogar. Este hecho implicó que el 64% de los hogares incurriera en gastos adicionales de hasta Q100 al mes para mantener protocolos de prevención contra el Covid.
También detalla que más del 76% de las familias dijo haber tenido algún tipo de impacto social causado por la pandemia y los señalados con más frecuencia son: disminución de ingresos familiares; limitada asistencia escolar; afectación en la salud de uno o más miembros de la familia; y la pérdida de empleo de algún miembro del núcleo familiar.
En cuanto a unidad productiva, el documento señala que el 82% de las familias reportó algún tipo de impacto asociado a la pandemia. El 46% de los hogares sufrió una reducción de ingresos; 42% informó sobre la reducción de precios del café; 35% registró una pérdida de productividad; 28% tuvo dificultad de acceso a mano de obra; y 8% afirmó haber realizado cambios en el plan de manejo de su unidad de cultivo, siendo la fertilización el rubro con mayor perjuicio.
Impacto del cambio climático
En relación con los efectos del cambio climático, asociados al paso de las tormentas tropicales Eta e Iota, a finales de 2020, el diagnóstico da cuenta de que el 93% de la muestra considera que el cambio climático ya ha impactado sus actividades productivas.
Respecto a los impactos de los fenómenos naturales, el 75% de los productores de café mencionó la proliferación de plagas y enfermedades; un 74% citó cambios en el volumen de producción de café; y un 39% de las familias dijo haber sufrido impactos por las tormentas Eta y Iota.
El 46% de las personas reconoció haber sufrido algún tipo de perjuicio en sus unidades productivas. Los impactos más recurrentes, son los daños a cultivos (incluyendo el café́) y daños en la infraestructura vial que comunica o da acceso a las unidades productivas.
Efectos asociados
Como parte de los daños ocasionados por la pandemia y las tormentas mencionadas, las familias productoras de café también reportaron casos de emigración y problemas de seguridad alimentaria, derivados también de la pérdida de empleos, la caída de la productividad de los cultivos y la pérdida de cosechas.
El informe detalla que, en promedio, el 11.6% de los hogares caficultores experimentaron la migración de al menos un miembro de la familia; el 47% de la migración tiene como causa la falta de oportunidades económicas; y el 46% de quienes migraron, lo hicieron por el deseo de mejorar sus condiciones de vida.
La pérdida de ingresos derivada de la caída de la productividad y la pérdida de trabajos impactó también a nivel de la seguridad alimentaria de los caficultores, de manera que el 25% de los hogares de caficultores enfrentó incertidumbre en cuanto a su capacidad para obtener alimentos. Adicionalmente, el 6% suele quedarse sin alimentos de forma temporal y, en los casos más severos, han pasado uno o varios días sin comer.
La nueva estrategia
José Tulio González, presidente de Anacafé, reconoció que durante la pandemia en 2020, debido principalmente al confinamiento, los caficultores tuvieron dificultades para encontrar mano de obra disponible. “Esto debido a que había poca información al inicio y la gente estaba asustada, por lo que no quería salir de sus casas”.
Y reconoció que, en términos generales, la baja de productividad en las unidades de cultivo también presiona hacia la migración de miembros de los hogares de caficultores, por lo que mejorar este aspecto es vital para garantizar mejores condiciones y posibilidades de ingresos para las personas.
En ese contexto, Anacafé impulsa el Programa de Rentabilidad Sustentable, cuyo objetivo es transformar la metodología de cultivo y manejo integral de las unidades productivas, mediante herramientas agronómicas, administrativas y financieras, para garantizar la productividad y rentabilidad de la cadena de valor del sector a largo plazo.
La meta trazada es impulsar el programa de transformación del sector en cuatro años, aunque se esperaría que en tres, la producción llegue a 5 millones de quintales de café oro de exportación.
Hasta el momento, Anacafé ha realizado más de 3 mil diagnósticos de unidades productivas para sustentar la implementación de la metodología y su adaptación, según las particularidades de cada región cafetalera. Actualmente, se trabaja con parcelas piloto en las diferentes regiones, a fin de mostrar resultados e iniciar la capacitación sistemática de los productores, que hoy suman 125 mil familias en todo el país.
“Esto, a partir de hacer la pregunta de cuál es el gran problema de la caficultura a nivel nacional. Hubo muchas respuestas, pero la que más destaca es la ausencia de rentabilidad. En términos muy chapines, es no tener pisto al final de la cosecha”, indicó González.
La columna vertebral del programa de rentabilidad sustentable es establecer un sistema de manejo de tejido en el cafetal. Eso significa mantener jóvenes los cafetales cada año, para estabilizar las cosechas y mejorar la productividad; y consecuentemente, ser rentables.
Otro aspecto que contempla la estrategia es la implementación de sistemas de riego y fertirriego en algunas regiones cafeteras. De acuerdo con experiencias de otros países, el riego puede implementarse incluso en unidades productivas pequeñas y según González, con este sistema las unidades de cultivo podrían aumentar entre 4 y 5 veces su productividad, en comparación con la forma tradicional de producción.
El directivo reconoció que, eventualmente, para la cosecha 2022-2033 la producción de café de exportación podría bajar a 4.2 millones de quintales oro, pero es algo natural debido a la transición entre el sistema tradicional y la nueva metodología. Sin embargo, para 2023-2024 se espera un leve incremento, hasta superar los 5 millones de quintales.
Derivado de la dificultad de encontrar mano de obra, situación que se agravó después del Covid debido a la emigración hacia Norteamérica, Anacafé contempla la introducción de mecanización de muchos procesos de la producción, para suplir la mano de obra con tecnología.
Por aparte, el sector cafetalero también le apuesta a seguir mejorando la calidad del café, a fin de ganar mayor diferencial, que permita mejorar los precios del grano y no depender únicamente del comportamiento de los precios bajo el contrato C de la Bolsa de Nueva York.