Las personas que no logran colocarse en un puesto de trabajo formal o estable, con el goce de prestaciones y que están en edad productiva, prácticamente tienen dos caminos. El primero es formar parte del grupo que cada año migra a Estados Unidos, y el otro, formar parte de las filas de la economía informal, que carecen de protección social.
La falta de empleo y de oportunidades económicas son los principales motivos por los cuales las personas en edad de trabajar deciden viajar sin permiso a ese país, señalan análisis del Consejo Nacional de Atención a Migrantes de Guatemala.
Parte de ese grupo que sale fuera de las fronteras es el que entra al mercado laboral; es decir, cumple la mayoría de edad o ha finalizado sus estudios de formación media. Se calcula que son más de 250 mil jóvenes que cada año pasan a formar parte de este sector.
En el peor de los casos, la nueva fuerza laboral joven, al no conseguir un puesto de trabajo, está en riesgo de involucrarse en actividades delictivas como pandillas, extorsiones, sicariato y narcotráfico.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (INE) del 2016 revelan que cuatro de cada 10 jóvenes no concluyen la primaria y apenas uno de los seis restantes logra llegar a la universidad, por lo que ese potencial no se aprovecha al máximo.
El Gobierno, por aparte, mantiene una política económica que entre sus ejes contempla promover el empleo para jóvenes y reducir la pobreza.