Para poner en contexto, los indicadores bursátiles de Estados Unidos han registrado caídas de entre 30% y 35%, similares a las experimentadas durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, con la diferencia de que en dicho momento, fue en un período más prolongado. En esta ocasión hablamos de que la caída ocurrió en el transcurso de cuatro semanas.
El golpe a los índices accionarios no fue solo en Estados Unidos, sino que Europa ha caído más de 35%, América Latina más de 52%, etc. Este fenómeno se ha vivido virtualmente en todo el mundo.
Sumado a ello, es de resaltar la huella que el covid-19 está dejando en el precio de las materias primas: caída en los commodities industriales de 22% desde inicios del 2020, así como el azúcar, hule y aceite de palma. Caso excepcional es el precio del café que, a pesar de la coyuntura, ha levantado su precio y se cotiza en uno de sus niveles más altos del año.
Igualmente excepcional ha sido el movimiento del precio del petróleo, aunque en sentido contrario: una caída de más de 65% que llevó el precio cercano a US$20 por barril (WTI), en parte influido por el covid-19, pero también por la guerra de precios iniciada entre los países miembros de la OPEP y Rusia.
El efecto local
Guatemala es un país dependiente de lo que sucede en el mundo, por lo que todos estos movimientos sin duda le traerán consecuencias.
Entre los aspectos positivos: el precio del petróleo para Guatemala es un alivio económico, ya que debería propiciar que bajarán los de los combustibles en los siguientes meses.
A esto hay que agregar que, de mantenerse el precio actual del café, sería positivo para los miles de productores y exportadores de este producto (top 5 de los productos de exportación). No obstante, también es muy sensible, pues está ligado a movimientos en el real brasileño que, como el resto de monedas mundiales, en la actualidad tiene una tendencia a la depreciación.
Sin embargo, el golpe en la economía mundial, y principalmente en la estadounidense, se hará sentir también en Guatemala.
Es probable que las remesas sean la vía por la que se perciba con más fuerza el impacto internacional, ya que se espera que se reduzcan de forma considerable en los meses que dure la crisis, lo que se reflejará en un golpe importante para el consumo en el país.
La baja en los flujos de turismo es sensible y se perderá uno de los picos más grandes de demanda del sector turístico: la semana santa. Y probablemente también se observe un descenso significativo en las exportaciones.
En cuanto a las exportaciones de commodities se esperaría que fueran las más afectadas, al ser dependientes de los precios internacionales. Cuantificar el impacto es aún prematuro, pero el fenómeno actual implica un shock de demanda importante que afectará, aunque en diferente medida, a todas las industrias y sectores.
Rumbo a la reactivación
Las medidas para evitar la propagación del covid-19 han provocado que un gran número de empresas necesitarán detener -o reducir de manera significativa sus operaciones, lo que se hará evidente en la merma de sus ingresos normales y, por ende, el riesgo de que comencemos a observar altas cifras de desempleo en el país. Eso es lo que las medidas económicas del Gobierno deben prevenir.
Además, brindar recursos económicos al gran porcentaje de la población que trabaja en la informalidad, cuyos ingresos se generan día a día a través de sus diferentes actividades y que ahora están detenidas.
El plan económico debe ir enfocado también a ellos. ¿Cómo? Al sector formal, liberando presión financiera a las empresas y que sea el IGSS el que pueda hacer frente a estos gastos durante el período que no puedan operar normalmente. Y al sector informal, mediante transferencias monetarias directas de parte del sector público a todas estas familias.
En lo micro, si se ha hablado que la data es el petróleo del siglo XXI, hoy puede llegar a ser la diferencia de cómo le pueda afectar a una empresa esta crisis.
Adelantarse a tomar las decisiones empresariales adecuadas en el momento oportuno puede llegar a ser la clave. Estas acciones deberían ir enfocadas en compensar los golpes en las ventas que puedan tener en este período.
Se ha visto que en el país algunos proveedores ya han ofrecido facilidades a sus clientes empresariales e individuales (bancos, servicios básicos, por ejemplo) y valdrá la pena utilizar esas facilidades. De igual forma, entrar en negociaciones con otros proveedores será importante para aminorar el golpe financiero y buscar preservar el empleo lo más posible, que de lo contrario podría hacer que la crisis económica a la que nos enfrentamos sea más severa y prolongada.
Ricardo Rodríguez es analista Económico Senior en el Central American Business Intelligence (CABI)