Los cálculos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) apuntan a que el comercio global caerá entre un 13% y un 32% en 2020, por la perturbación de la actividad económica causada por la pandemia de covid-19. Sin embargo, también afirma que en 2021 se producirá un rebote que oscilará entre el 21.3% y el 24%.
La pandemia de covid-19 representa una perturbación sin precedentes de la economía y el comercio mundial, ya que provoca la contracción de la producción y el consumo en todo el mundo.
Se espera que la caída del comercio afecte más a sectores de manufacturas caracterizados por la complejidad de las cadenas de valor, especialmente en el caso de la industria del automóvil y en los productos electrónicos.
Además, el comercio de servicios también podría ser afectado debido a la imposición de restricciones al transporte y los viajes.
Guerra comercial, y ahora, covid-19
Según la OMC, desde el 2019 el volumen del comercio de mercancías ya registraba una desaceleración del 0.1%, que desde entonces ya estaba sobrecargado por las tensiones comerciales y la ralentización del crecimiento económico.
El comercio ya experimentaba una desaceleración en 2019 antes del ataque del virus, debido a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que provocó una ralentización del crecimiento económico.
El volumen del comercio mundial de mercancías registró un ligero descenso durante el año, del -0.1%, tras haber aumentado un 2.9% en el año anterior. Al mismo tiempo, el valor en dólares de las exportaciones mundiales de mercancías se redujo en 2019 un 3%, a US$18.89 billones.
El comercio será un componente importante para una recuperación rápida y vigorosa, junto con la política fiscal y monetaria.
Como consecuencia del recurso a restricciones al movimiento de personas y al distanciamiento social con el fin de ralentizar la propagación de la enfermedad, la oferta de trabajo, el transporte y los viajes se ven hoy directamente afectados, como no se habían visto antes.
Se han cerrado sectores enteros de las economías nacionales, como los de los hoteles, los restaurantes, el comercio al por menor no esencial y el turismo, así como partes importantes del sector manufacturero.
Las dos hipótesis
En estas circunstancias, el informe de la OMC apunta a dos hipótesis distintas: una, relativamente optimista, según la cual se registrará un evidente descenso del comercio al que seguirá una recuperación a partir del segundo semestre de 2020, y otra, más pesimista, según la cual se registrará un descenso inicial más pronunciado y una recuperación más prolongada e incompleta.
En la hipótesis optimista, la recuperación será suficientemente intensa para que el comercio se sitúe cerca de su tendencia anterior a la pandemia, mientras que en la hipótesis pesimista solo prevé una recuperación parcial.
Dado el nivel de incertidumbre, la trayectoria inicial no determina necesariamente la recuperación posterior. Por ejemplo, podría darse un definido descenso del volumen del comercio en 2020, cumpliéndose la hipótesis pesimista, pero la recuperación podría ser igualmente pronunciada, con lo cual el comercio se acercaría mucho más a la hipótesis positiva para 2021 o 2022.
En ambas hipótesis, todas las regiones sufrirán disminuciones de dos dígitos en las exportaciones e importaciones en 2020.
Esta disminución estimada relativamente pequeña de las exportaciones se debe a que los países de ciertas regiones dependen en gran medida de las exportaciones de productos energéticos, la demanda de los cuales se ve relativamente poco afectada por la fluctuación de los precios, dice el informe.
Si se controla la pandemia y el comercio empieza a crecer de nuevo, la mayoría de las regiones podrían registrar repuntes de dos dígitos en 2021, de alrededor del 21% en la hipótesis optimista y del 24% en la hipótesis pesimista.
El grado de incertidumbre es muy elevado, y entra dentro de lo posible que tanto para 2020 como para 2021 los resultados reales se sitúen por encima o por debajo de estas proyecciones. Es más probable un fuerte repunte si las empresas y los consumidores ven a la pandemia como una conmoción temporal y puntual.
En este caso, el gasto en bienes de inversión y bienes de consumo duraderos podría volver a niveles próximos a los anteriores una vez concluya la crisis. Por otra parte, si el brote se prolonga y/o se repite y se generaliza la incertidumbre, es probable que las empresas y los hogares gasten con mucho más cautela y el daño sea mayor.
Las cadenas de valor no serán las mismas
La perturbación de las cadenas de valor ya era un problema cuando el covid-19 se circunscribía principalmente a China. Sigue siendo un factor destacado ahora.
Las importaciones de los principales insumos para la producción de productos electrónicos se verán probablemente interrumpidas por el distanciamiento social, que llevó al cierre temporal de fábricas en China, lo que ahora tiene lugar en Europa y América del Norte.
La gestión de las perturbaciones de las cadenas de suministro es un desafío tanto para las empresas mundiales como locales, y que exige un cálculo de los riesgos frente a la eficiencia económica por parte de cada empresa.
El comercio de servicios bien podría ser el componente del comercio mundial más directamente afectado por el covid-19, por la imposición de restricciones al transporte y los viajes, y el cierre de muchos establecimientos minoristas y hoteleros o de restauración. A diferencia de los bienes, no hay existencias de servicios que se puedan retirar ahora para reponerlos en una etapa posterior.
En consecuencia, lo que disminuya el comercio de servicios durante la pandemia puede perderse para siempre.
El índice de gestores de compras global de JP Morgan correspondiente a marzo mostraba que los pedidos de exportación de mercancías se redujeron al 43.3% en relación con un valor de referencia de 50, y que las nuevas actividades de exportación de servicios cayeron al 35.5%, lo que indica una recesión.
Eduardo Sperisen Yurt es Representante Permanente de Guatemala ante la OMC