La consultora londinense Capital Economics calcula que la crisis de salud costará más de US$280 mil millones en el primer trimestre de 2020, y la OECD estima que la contracción de la economía en marzo costará 0.5% del PIB global para 2020.
A esta cifra se agrega que, si las medidas públicas tomadas para mermar la expansión acelerada de la pandemia se extienden en las siguientes semanas de manera más prolongada y restrictiva, el crecimiento del PIB global se situaría incluso por debajo del 1.5% para este año, en su mayoría por la permanencia de los trabajadores en sus casas y la suspensión de la actividad de las empresas, y levemente compensado por el incremento en la inversión de los gobiernos.
Similar a la II Guerra Mundial
En términos de alcance y de duración del impacto, bien podríamos hablar de una situación similar a la que se configuró después de la Segunda Guerra Mundial.
Algunos ejemplos pueden ilustrar mejor esta afirmación: reducción al menos del 50% del consumo de los hogares, desplome en las distintas bolsas de Valores a niveles nunca vistos en la historia, reducción de las tasas de interés por parte de los bancos centrales de más de 50 países, restricciones en la movilidad terrestre, aérea y marítima; cierre de fronteras, cese parcial de operaciones de las 10 aerolíneas más grandes del mundo y total para más de 20, impacto fortísimo en el sector turismo (restaurantes, hoteles, turoperadores y servicios derivados de la industria de la hospitalidad), reducción sensible de producción y exportaciones de las cinco economías más grandes del mundo (proveedores del resto de economías), y la caída en picada de los precios del petróleo y el oro.
¿Qué se hizo en ese momento para contrarrestar los efectos de un evento de escala global? La estrategia mundial no se enfocó en medidas paliativas que solo atendieran las necesidades más apremiantes de la población a través de subvenciones, sino que la postura fue establecer un cambio de paradigma con la firma de los Acuerdos de Bretton Woods por 44 países.
Se procedió a la creación del Fondo Monetario Internacional dirigido a impulsar la recuperación del sistema financiero mundial y eliminar la discrecionalidad en la manipulación de la paridad entre monedas; el Banco Mundial, con el fin de ayudar en el diseño de proyectos productivos y movilizar inversión a los territorios más afectados, y el Acuerdo General de condiciones de comercio (GATT en un inicio, después la OMC) para reducir multilateralmente los obstáculos al libre comercio.
Las limitaciones de la economía en Guatemala
Se tiende a afirmar que las crisis inesperadas no hacen colapsar a las economías de los países, sino que, por el contrario, revelan la capacidad o incapacidad que tienen las sociedades para reaccionar ante las crisis y evitar impactos considerables en la economía.
Los efectos del covid-19 en Guatemala ha venido a resaltar aspectos sumamente precarios de la economía, por las siguientes razones:
- La preocupante vulnerabilidad de dos terceras partes de la población por tener su fuente de ingresos en la economía informal.
- La alta concentración del comercio exterior en un grupo reducido de socios comerciales.
- El optimismo desmedido sobre el posicionamiento que tiene el turismo como uno de los principales motores productivos del país.
- La excesiva dependencia del flujo de remesas para sostener el consumo de una porción significativa de los hogares.
- La escasa, lenta e insuficiente capacidad de reacción del Estado en manejo de crisis. Sexto, los niveles de ahorro insuficientes para hacer frente a eventuales calamidades.
- Las deficiencias notorias en la infraestructura para facilitar la provisión de insumos. Y octavo, la renuencia a flexibilizar la política monetaria para hacerla compatible con las prácticas más ortodoxas en cuanto a liquidez, crecimiento y sostenibilidad.
Acciones urgentes
Aun así, también son las áreas que merecen ser atendidas, algunas con mayor premura que otras, algunas con mayor factibilidad que otras, para encaminar una recuperación con la celeridad esperada.
- Mantener los ingresos personales. Necesario que personas con ingresos fijos y variables obtengan una fuente de ingresos temporal adicional para no modificar significativamente sus ahorros y su patrimonio. El rol del Estado deberá orientarse a garantizar que los patrones de consumo seguirán constantes, facilitando la adquisición de bienes y servicios esenciales.
- Incrementar el gasto público. Necesario que no disminuya el ritmo de ejecución del presupuesto público, movilizando recursos desde los rubros dedicados a funcionamiento hacia los rubros dedicados a inversión. El rol del Estado en la adquisición de insumos, inversión en infraestructura y en el financiamiento de programas de asistencia, es clave para evitar que la crisis escale y la economía se contraiga, lo cual podría ocasionar manifestaciones con algún riesgo de conflictividad.
- Apoyar la actividad empresarial. Necesario compensar los efectos negativos provocados por la contracción de la actividad económica, reducción en las ventas y ausencia temporal de los trabajadores. Programas orientados a facilitar el crédito, postergar pagos y contribuciones, flexibilidad el pago de impuestos, y ventas al Estado pueden ser un gran apoyo mientras dure la crisis.
En buena medida, el Plan de Reactivación Económica del Gobierno de Guatemala atiende estas necesidades, las cuales se han incluido en el Decreto Ley 12-2020 del Congreso de la República.
Por su parte, Fundesa. en complemento a estas medidas, también ha profundizado en acciones concretas que pueden incidir en optimizar el impacto por obtener.
Jorge Benavides es investigador asociado de Fundesa