La migración y el crecimiento demográfico empujan el valor de los alquileres hacia arriba, haciendo que la inversión en vivienda sea atractiva; sin embargo, al haber un excedente de oferta, los valores tienden a bajar, produciendo nuevamente el desinterés de los inversionistas.
Estos ciclos de equilibrio de la oferta y la demanda se dan como cualquier producto de consumo, pero en el caso inmobiliario son lentos y requieren mucho tiempo.
Entonces, cuando las rentas suben, los habitantes más antiguos (inmigrantes o no), que tienen acumulada mejor capacidad de pago y donde se concentra la demanda efectiva de una ciudad, prefieren entonces comprar vivienda propia utilizando los mecanismos financieros existentes. Al principio el enganche y las cuotas mensuales son duras, pero con el correr del tiempo los ingresos superan los egresos. Debido a la regulación de las tasas de interés, éstas pueden variar según lo considere la entidad financiera y de acuerdo a la inflación.
Comenzar, lo más duro
Según lo observado en nuestro país, cualquiera que compre una vivienda nueva experimentará que los primeros tres años serán los más duros para atender el crédito.
Después del quinto año se suaviza el pago y los ingresos le permitirán un cómodo ahorro marginal. Esto le facilitará otras compras importantes, como por ejemplo mejorar o adquirir un vehículo.
Normalmente se observa que los habitantes urbanos guatemaltecos invierten en vehículo la tercera parte del valor de su vivienda.
Así por ejemplo, una persona de estrato medio que compra una vivienda de Q180,000, tiene generalmente un vehículo de Q45,000 a Q60,000. Quien alcanza a una vivienda de Q360,000 tiene dos carros que valen en conjunto de Q90,000 a Q120,000 y quien posee una casa de más de Q750,000 ha invertido en vehículos un máximo de Q240,000.
El vehículo como ahorro
Pero, a su vez, en el sistema financiero de vivienda se financia entre el 50 y 70 por ciento del valor de la vivienda nueva. La clase media y popular deberá pagar como cuota inicial la tercera parte del valor de la vivienda. Una de las maneras de ahorrar esa cuota inicial es un vehículo, porque éste requiere una inversión menor (30 por ciento de la vivienda), en épocas de inflación, lejos de depreciarse, mantiene su valor. De esta manera, llegado el momento la persona puede venderlo y pagar la cuota inicial de la nueva vivienda. Más adelante podrá adquirir otro vehículo.
Feliz 2003.
