Economía

Consejos del Consultor: Ociosidad y trabajo

Opinión

La ociosidad camina con lentitud, por eso todos los vicios la alcanzan. San Agustín (354-439), obispo y filósofo.

Existen, ciertamente, intereses de muy variado tipo (económico principalmente) que quieren convencernos de lo excelente y maravilloso que resultará que ocupemos nuestro tiempo libre en determinadas actividades; actividades que, curiosamente, casi siempre resultan lucrativas para alguien.

Y a la resistencia la sigue la censura: no hacer (o no poseer) determinadas cosas es estigma de fracaso o de ruindad, de tacañería o de miseria.

Quien triunfa, gasta. Ese es el lema. Por tanto, quien no gasta, es un fracasado.

Luego otro concepto de ociosidad, pero en un sentido muy distinto, y que será proyectado como un insulto sobre el rebelde: quien no hace con su ocio lo mismo que todo el mundo (lo mismo que todo el mundo se supone que tiene que hacer) es un ocioso, esto es, un vago.

Así, quien se acoda a la ventana de su casa a ver la vida pasar, está ocioso, pero quien se mete cuatro horas en un salón de belleza, cuida de su cuerpo.

El asunto es siempre el mismo: todo lo que puede hacerse gratis, es visto como una pérdida de tiempo; todo lo que cuesta dinero, es signo de excelencia.

Es, entonces, lo que hace una persona que no trabaja.

Pero, ¿qué es el trabajo?

Hay dos clases de trabajo, nos dice Bertrand Russell: la primera es modificar la disposición de la materia en, o cerca de, la superficie de la tierra, en relación con otra materia dada; la segunda es mandar a otros que lo hagan.

La primera clase de trabajo es desagradable y está mal pagada; la segunda es agradable y muy bien pagada.

La segunda clase es susceptible de extenderse indefinidamente: no solamente están los que dan órdenes, sino también los que dan consejos acerca de qué órdenes deben darse.

Por lo general, dos grupos organizados de hombres dan simultáneamente dos clases opuestas de consejos; esto se llama política.

Para esta clase de trabajo no se requiere el conocimiento de los temas acerca de los cuales ha de darse consejo, sino el conocimiento del arte de hablar y escribir persuasivamente, es decir, del arte de la propaganda.

En resumen, el ocio es una actividad en la que hacemos aquello que aunque no genere ingresos ni de prestigio, nos permite llevar a cabo cosas que nos brindan las mejores satisfacciones.

Como dijo alguien: nunca estaba menos ocioso que cuando estaba ocioso, ni menos solo que cuando estaba solo.

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