Son las calles de la Internet. Estas calles ofrecen cinco servicios básicos entre otros: 1) acceso a catálogos bibliotecarios y de documentación, 2) accesos a bases de datos comerciales, 3) correo electrónico, 4) teleconferencias y 5) boletines y revistas electrónicas.
Estas calles tienen aproximadamente unos tres millones de usuarios diariamente paseando en ellas. Ni el mayor bulevar de las metrópolis clásicas podría dar cabida a tantos paseantes. Está gestionada por una sociedad, la Internet Society (IS), que se ocupa de ordenar la circulación de dicha calle, así como ?barrerla? y ampliarla, con el fin de que puedan pasear por ella un mayor número de telepeatones.
Dichos integrantes se reúnen periódicamente para decidir sobre sus normas de circulación.
Cualquiera puede tener un portal en la calle de Internet numerado conforme su clave de usuario.
Las calles atraviesan todos los barrios virtuales, sin embargo su existencia es imperceptible. No hay nadie que tenga una idea global o pueda hacerse una representación mínimamente completa de dicha calle.
Millares de ?teleencuentros? entre personas se producen a diario, y por supuesto muchísimos negocios. Pese a ello todavía no ha surgido una Policía para mantener el orden en Internet.
Un informe de la revista Information World indicó una vez que ?en una maraña tan inmensa de redes no manda nadie en concreto, aunque siempre hay algunas instituciones que aportan más y que por lo tanto influyen más en determinados aspectos y zonas de la red; sin embargo, Internet funciona por sí sola, casi sin control, por la buena voluntad compartida por muchas personas que mantienen la mayor parte de los contactos técnicos a través de correos electrónicos y teleconferencias?. Nadie piensa que las calles de Internet sean una anarquía.
Hay también calles privadas, por supuesto: en ellas los usuarios normales de ?a pie? no tienen puertas de entrada ni de salida. La calle privada Milnet, como su nombre lo indica es exclusivamente militar.
Podríamos decir que en ella tienen lugar continuos ?desfiles militares?, pero matizando de inmediato que ya no se trata de tanques ni de misiles, sino de algo mucho más importante: la información y las instrucciones.
Las teleempresas también han construido sus propias calles: está la de los banqueros, la de los petroleros y la de los políticos, por mencionar sólo tres ejemplos. Desde las plazas públicas (medios de comunicación) no se contempla más que una ínfima parte de estas telecalles.
Y sin embargo son tan fundamentales en la nueva ciudad de este milenio.
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