Entre los factores que modificaron el comportamiento del precio de los productos derivados del petróleo se encuentran:
- Las políticas energéticas de países desarrollados que han limitado la producción de petróleo.
- La disminución en la producción de petróleo en general a raíz de la baja demanda provocada por las medidas restrictivas durante la pandemia en 2020 y 2021 y el hecho de que esta no se recuperó al mismo nivel ni ritmo que la actividad económica.
- El desabasto en la cadena de suministros ocurrida a finales del 2021, lo que ha elevado el precio del transporte marítimo de contenedores a niveles nunca antes vistos.
Por otro lado, la inflación está superando las expectativas y en países como Estados Unidos (principal socio comercial de Guatemala) ha llegado a 8.3%, respecto al año pasado. Estas presiones inflacionarias fueron advertidas constantemente ante el excesivo gasto público provocado principalmente por los programas de atención a la pandemia.
El caso guatemalteco no es del todo diferente, a pesar de que recientemente, el gobierno aprobó una ampliación al subsidio a los combustibles, incluyendo en esta ocasión la gasolina súper, para lo que destina por lo menos Q2,600 millones durante 4 meses.
Ello, con el objetivo de mitigar el impacto del aumento de los precios de los carburantes, que entre el 16 y el 22 de mayo el costo promedio del galón para el consumidor era Q43.39 (súper); Q40.35 (regular subsidiada); y Q35.08 (diésel, también subvencionado).
En cuanto a la inflación en Guatemala calculada por medio del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en marzo (intermensual) fue de 1.5%, aunque los precios de los combustibles se incrementaron en 15.17% (regular); 14.37% (súper); y 21.8% (diésel), siendo este último el que mayor impacto tiene en términos inflacionarios, por ser utilizado para el transporte de los bienes de consumo primarios. De esa cuenta, marzo del 2022 fue el mes en el que el aumento porcentual fue mayor en ambos indicadores, desde principios del año pasado. En promedio, la inflación mensual había estado en 0.34% (interanual) desde enero del 2021.
Influencia generalizada
Según la información estadística consultada, existe un comportamiento similar entre el encarecimiento de estos productos y la inflación en Guatemala, indicador que muestra un aumento en magnitudes similares a las del cambio de precio. O sea que el precio se comporta de una manera en particular y la inflación refleja el impacto en el período posterior.
Esto se debe a que las modificaciones en el costo de los combustibles implican una red de efectos que afectan al transporte de los productos básicos. En caso de que este servicio se detenga o paralice, el efecto inmediato generaría una escasez de productos y esa falta de oferta repercutiría en un aumento de precios. Y en caso de que el costo de transporte se incremente, lo transportado también lo hace porque las empresas procuran mantener sus márgenes de ganancia.
Por lo tanto, el precio de la gasolina es un influenciador directo en el aumento repentino de los precios, como lo demuestra el hecho de que, en 2021, saliendo de un año en el que existió una reducción en la demanda de transporte por la pandemia, se pudo observar una disminución del precio.
En ese año, la inflación mensual se mantuvo constante, inclusive con bajas en unos puntos, pero a partir de febrero recién pasado, se dio un incremento general de precios bastante considerable y en esto, mucho tuvieron que ver los costos del combustible.
Entre los productos de consumo básico más afectados en el último año, según datos obtenidos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga), se encuentran el chile jalapeño (126.92%); el tomate de cocina (82.52%); el aguacate hass (17.89%); el limón criollo (12.11%); el arroz blanco (10.91%); y el frijol negro (9.86%). Este es el cambio en la variación de precios nominales de abril 2021 a abril 2022.
De continuar la tendencia en el costo de los carburantes, es muy probable que la inflación supere las expectativas del Banco de Guatemala (Banguat) que mantiene una meta promedio de 5.6% para fin de año.
Esto, sumado a la forma en la que el gobierno ha buscado mitigar el impacto de la pandemia y del alza de los precios por medio de desembolsos y subsidios, podría ser el detonante que dispare la inflación a niveles que no se han visto desde hace algunas décadas.
Recomendaciones
A corto plazo el gobierno ha buscado mitiga el impacto del alza de los combustibles por medio de subsidios que están siendo financiados a través de la disminución de caja y bancos de recursos del tesoro.
Sin embargo, dichos fondos están agotando y la posibilidad de financiar las subvenciones con deuda pública podría ser una realidad, lo que puede poner en riesgo la estabilidad financiera y macroeconómica del país, afectando las buenas calificaciones que se habían obtenido últimamente.
Por otro lado, la ausencia de mecanismos de verificación de los precios del combustible hace que los subsidios sean poco transparentes y ante el aumento sostenido de dichos precios, este apoyo parece insuficiente porque no se refleja en el precio final que pagan los consumidores. Además, la inyección de dinero por parte del gobierno a través de este tipo de programas podría estar contribuyendo a las presiones inflacionarias.
A mediano y largo plazo, el aumento de los precios del combustible parece que se mantendrá, haciendo inviable sostener este tipo de políticas públicas. Por eso mismo, la recomendación es que se contemplen mecanismos alternativos para otorgar el subsidio, que le permitan al consumidor percibir el beneficio del mismo o se consideren alternativas como la suspensión del Impuesto sobre la Distribución del Petróleo y sus Derivados (IDP) que podría tener el mismo impacto económico para los consumidores que el subsidio, pero con un mayor horizonte de tiempo.
Por otro lado, el gobierno debería promover la inversión en infraestructura estratégica que le permita al país ser más competitivo y que esto se refleje en una reducción de los costos de las transacciones económicas, incluida la importación y distribución de los combustibles.
También es necesario que se contemplen opciones de movilidad que involucren medios de transporte que no consuman parcial o totalmente el combustible derivado del petróleo.
De igual forma, el sector privado debería considerar medidas que permitan el trabajo híbrido o desde casa, para mitigar el impacto de estos precios en la población. Es más, una disminución en la demanda de combustibles podría alivianar parcialmente el precio, aunque posiblemente no sea una solución a largo plazo.
José Andrés Ardón es el director ejecutivo del Instituto para la Competitividad Económica (ICE). Correo electrónico: directorejecutivo@iceguate.org.gt