1. ¿Quiénes son?
El movimiento de los “chalecos amarillos” nació a finales de octubre, desvinculado de cualquier partido político o sindicato.
Su detonante: el alza de los precios de los combustibles que debía entrar en vigor el 1 de enero.
Su nombre hace referencia a las prendas fosforescentes que debe utilizar todo automovilista en Francia, en caso de incidente en una carretera para tener mayor visibilidad.
Respaldado principalmente por los franceses que viven en la periferia, provincias o zonas rurales, se ha convertido en un movimiento de hartazgo generalizado contra la política fiscal y social del gobierno.
2. ¿En qué se diferencia de otros movimientos?
Este movimiento se inscribe en la larga historia francesa de contestación social.
Algunos analistas lo comparan con la revuelta de los “gorros rojos” bretones que obligaron al gobierno socialista de François Hollande (2012-2017) a eliminar un impuesto a los camiones para luchar contra la contaminación.
Pero para Danielle Tartakowsky, profesora de historia contemporánea, es “inédito” en varios aspectos. “Primero porque nació en las redes sociales […] y segundo porque recurre a un nuevo modelo de organización”, desligado de los cuerpos intermediarios.
Y aunque tiene algunas similitudes con “Nuit Débout”, la versión francesa de los “Indignados” del 15M en España, los observadores coinciden en que sociológicamente no se trata de las mismas bases.
Los “Indignados franceses” eran jóvenes urbanos, con diplomas, preocupados por la falta de oportunidades, mientras que los “chalecos amarillos” son obreros, empleados precarios, de zonas rurales o ciudades de tamaño medio, explica Jérôme Sainte-Marie, director del instituto de sondeos PollingVox.
“Estos territorios han sufrido una disminución de los servicios públicos en los últimos años. Sus habitantes se sienten abandonados por los poderes públicos e ignorados por los políticos”, afirma Alexis Spire, director de investigación del CNRS.
3. ¿Cuántos son?
Los “chalecos amarillos” organizan sus acciones en las redes sociales. En su primera protesta nacional, el sábado 17 de noviembre, unas 300 mil personas salieron a las calles en todo el país.
Las protestas han continuado desde entonces, con bloqueos de carreteras y de depósitos de combustibles, que provocaron a inicios de esta semana una escasez de gasolina.
El sábado 24, 166 mil salieron a manifestar y 136 mil el 1 de diciembre, de los cuales 8 mil en París.
Las protestas alcanzaron su punto álgido en la capital francesa, en donde se produjeron violentos enfrentamientos entre manifestantes y la policía en la famosa avenida de los Campos Elíseos, así como saqueos en algunos de los distritos más prestigiosos de la capital, con un saldo de más de 400 detenidos.
Cuatro personas han muerto en incidentes relacionados con las protestas de los “chalecos amarillos”. La víctima más reciente es una mujer de 80 años que falleció tras las heridas sufridas por el lanzamiento de una bomba de gases lacrimógenos en Marsella (sureste).
4. ¿Qué anunció el gobierno?
Emmanuel Macron había dicho hace unos días que no daría marcha atrás en el aumento de la tasa a los carburantes, alegando que es necesaria para frenar la contaminación. Pero frente a una de las peores olas de disturbios en París en décadas terminó cediendo.
Su primer ministro, Edouard Philippe, anunció la suspensión del aumento de este impuesto, que debería entrar en vigor el 1 de enero, durante seis meses. Anunció también el congelamiento del precio de la luz y el gas durante el invierno, y abandonó un proyecto para endurecer las revisiones técnicas de los coches que pretendía sacar de la circulación a los vehículos más antiguos y contaminantes.
5. ¿Puede durar?
Pese a las concesiones hechas por el gobierno, los llamados a manifestar el próximo sábado, en la cuarta jornada de protestas nacionales convocada por los “chalecos amarillos”, se mantenían en las redes sociales.
Éric Drouet, uno de los portavoces más visibles de los “chalecos amarillos”, llamó a los franceses a “regresar a París” el sábado y congregarse “cerca de los lugares del poder, los Campos Elíseos, el Arco de Triunfo y la plaza de la Concordia”, frente a la Asamblea Nacional.
“Los franceses no quieren migajas”, dijo Benjamin Cauchy, una de las figuras del movimiento.
Por ahora, los “chalecos amarillos” gozan de un amplio apoyo público. Según una encuesta, alrededor del 70% de los franceses consideran sus demandas justificadas las protestas.
Otros manifestantes, que consideran las medidas anunciadas “satisfactorias”, levantaron los bloqueos de depósitos de carburante en Brest y Lorient, ambos en el oeste de Francia.
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