entrevista
Cepal: América Latina y Guatemala deben enfrentar el bajo crecimiento, la desigualdad y la poca institucionalidad
La Cepal brinda una hoja de ruta a las nuevas autoridades gubernamentales de Guatemala para potenciar el desarrollo económico y social.
José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), estuvo de visita oficial en Guatemala. (Foto Prensa Libre: María Reneé Barrientos)
José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) con sede en Santiago de Chile, estuvo el pasado lunes en Guatemala con el objetivo de reunirse con el presidente Bernardo Arévalo y otras autoridades y presentarles un diagnóstico de país, así como los principales desafíos que, a criterio de la institución, se deben atender.
¿Cuál es el objetivo de su visita?
La idea de visitar Guatemala es conversar con el presidente Bernardo Arévalo y con miembros del gabinete, sobre la cooperación que puedan necesitar desde la Cepal, ya que contamos con una historia intensa en general.
Se trata de un nuevo gobierno, con enormes retos y exigencias, y ver cuáles son las prioridades y áreas en las que se puede apoyar, considerando los grandes retos que tiene Guatemala.
Desde la visión de Cepal, ¿cuál es el diagnóstico de Guatemala para 2024?
Por un lado, hay cosas que Guatemala comparte con el resto de los países de América Latina y una de ellas es que la economía mundial y la geopolítica que no son nada fácil, y la interacción entre lo local y lo internacional es clave.
Hay un contexto internacional “muy desafiante”; la geopolítica está introduciendo mucha incertidumbre en la economía mundial, la que está desacelerada y creciendo a solo 2.9% este año, así como el comercio; una competencia y una rivalidad que también afecta. Pero también se crean oportunidades, en temas como la reconfiguración en las cadenas de valor.
Hay coyunturas internacionales que ayudan y otras que no. Ahora estamos en una que no ayuda y no hay vientos de cola favorables, sino una serie de amenazas y riesgos que siempre se deben tomar en cuenta. Para juzgar el desempeño económico, también hay que ver si las circunstancias internacionales están ayudando hoy, en casi la mayoría de los países latinoamericanos la situación está difícil.
En ese contexto, ¿cómo se ve Guatemala?
Hay varias dimensiones para analizar eso: está la macroeconomía, lo social, la pobreza, la desigualdad, el desarrollo productivo, el crecimiento y la infraestructura, entre otras cosas.
En el tema macroeconómico, Guatemala en realidad no presenta una situación de grandes desequilibrios, comparado con otras economías de América Latina o el mundo: el déficit fiscal no es tan elevado (1.5% del producto interno bruto, PIB); tampoco la deuda externa (30%); la inflación no está desbocada para nada… Entonces, uno puede decir que no hay una situación de extremo desequilibrio en ninguna dimensión.
Pero persisten varios retos…
A nivel macroeconómico, el gran reto para Guatemala es que el gobierno realice inversiones sociales y por otro lado, fomente las inversiones en infraestructura, salud y educación. Todo eso cuesta dinero, requiere financiamiento y las opciones son la movilización de recursos internos, endeudamiento externo, emisión de bonos o ayuda. Y la internacional es muy poca.
Yo diría que el reto macroeconómico es cómo Guatemala movilizará recursos con alguna combinación de esas que mencioné, para poder mover las agujas que se necesita en educación y desarrollo productivo, porque la tasa de inversión pública aquí es baja y eso dificulta el desarrollo.
Nuestra experiencia en Cepal nos indica que hay una sinergia entre la inversión pública y privada y ese es un tema que Guatemala debe resolver.
¿En inversión social?
Por supuesto, reducir las desigualdades de género hasta la territorialidad y crear empleo, porque esa la mejor política social, pero para ello se requiere atracción de inversiones.
¿Cómo ve la situación actual del país en desarrollo productivo, sostenibilidad e inclusión?
Primero empiezo como lo estamos planteando para América Latina porque aunque hay diferencias, aplica a todos los países. Nosotros vemos a la región en tres trampas, guardando las diferencias entre los países, unos más que otros, pero no hay excepciones.
Primero una trampa de bajo crecimiento a corto plazo, que se desaceleró en 2020 y 2021, y en promedio el crecimiento para toda la región es de 0.9% que es bajo. Pero el problema de la incapacidad que hablamos de crecimiento es de largo plazo y es estructural.
En una década el promedio de crecimiento del 2014 al 2023 fue de 0.8%, entonces es una década perdida, más que la de 1980, porque en ese año se creció 2% por arriba. Entonces ¿cómo evitar una tercera década perdida para América Latina? Y Guatemala no está dentro de los peores casos, porque en la última década ha crecido alrededor del 3%, por encima del promedio, aunque sería deseable que ese crecimiento fuera un poquito más alto.
La segunda trampa es la alta desigualdad, pues como región seguimos siendo la más desigual del mundo y ese es un problema serio por un tema de justicia social, aparte de que es ineficiente económicamente y está demostrado que los países menos desiguales tienden a crecer más.
La tercera trampa que vemos es la baja capacidad institucional y un deterioro en casi todo, pero depende del país que haya una mezcla de gobernanza con capacidades técnicas, operativas, políticas, capacidad de liderar, tener relaciones sociales con diferentes grupos relevantes y prospectivas, que es la capacidad de pensar a mediano y largo plazo, ya que domina el cortoplacismo.
No tener los espacios de diálogo social es en sí mismo una trampa estructural y un problema para poder caminar hacia adelante.
¿Por qué la educación es clave para reducir la desigualdad?
Un buen sistema educativo público y privado ha demostrado en muchas etapas de la historia que es una gran escalera de movilidad social ascendente, en la que niños de las familias más pobres de clase media-baja con una buena educación, superan por mucho el empleo de sus padres o abuelos, y por lo tanto, sus ingresos.
Eso es algo que desafortunadamente en varios países de América Latina se ha deteriorado, y con el apagón educativo de la pandemia, se dieron grandes pasos hacia atrás.
¿Habrá algún planteamiento de corto plazo sobre posibles soluciones?
No hay varitas mágicas y son temas complejos, pero los países pueden responsabilizarse de su desarrollo. Eso requiere un poco de paciencia, recuperar la confianza en un gobierno, de políticas públicas y de instituciones; también que haya un deseo de cambio y superación, pero eso no sucede de la noche a la mañana.
Uno de los temas es cómo dinamizar el crecimiento económico, y nosotros tenemos una serie de sectores que pueden ser sus impulsores. No es que el crecimiento sea una panacea, pero es el que produce empleo de mejor calidad, crea oportunidades e ingresos fiscales para poder financiar políticas sociales.
Hay sectores productivos totalmente nuevos ajustados al siglo 21 y Guatemala tiene un potencial enorme en turismo, pero hay que trabajar, tener leyes, cadenas de producción y seguridad, porque esa industria tiene efectos multiplicadores.
¿En esta época como se deben entender y solucionar la pobreza, desigualdad económica, inequidad y poca generación de empleo, que a final de cuentas inciden en la emigración?
Esas son las causas de la migración y no es exclusivo de Guatemala que si una población no encuentra oportunidades suficientes y está pasando por situaciones económicas duras, es lógico y humano ir a buscar oportunidades en otros lugares.
Sobre todo, cuando hay historias de familiares que han llegado y envían recursos, pero sabemos que es una ruta muy complicada por todo tipo de obstáculos legales e ilegales. Por eso hay que trabajar en una agenda de empleo, educación, salud, alimentación y políticas sociales.
Veo en Guatemala a un gobierno que ganó las elecciones, levantado la esperanza, pero eso requerirá paciencia y un trabajo conjunto con todos los sectores, porque no se trata de que solo el Estado pueda resolver los problemas. Sin esos ingredientes, ni el más iluminado de los gobiernos puede salir adelante.
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