El proyecto, que finalizó el pasado 30 de agosto, requirió fondos por US$62.4 millones.
En áreas de San Marcos y Huehuetenango, en las cuales trabajó Anacafé, junto a cuatro cooperativas y otras organizaciones como el Ministerio de Educación, Incap y otros, la inversión fue de US$25 millones (US$20 millones aportados por Usaid y US$5 millones por la contraparte).
Jorge Oliveros, director del proyecto por parte de la Asociación Nacional del Café (Anacafé), dijo que la reducción de la pobreza fue de 28%, lo que se tradujo en un aumento de ingresos para las familias de hasta 22%.
En este lugar las cadenas de valor fueron de café, hortalizas y artesanías.
Agregó que los datos pueden verse muy altos, pero explicó que los resultados se calcularon por la firma Devtech, programa encargado de monitoreo y evaluación de Usaid.
El análisis se hizo con base en encuestas que medían los gastos de las familias participantes, así como recopilación de otros datos correspondientes a ventas de las áreas cubiertas, añadió.
K´ult es la marca con que los artesanos de San Marcos y Huehuetenango que forman parte de la cadena de valor presentan sus productos. La palabra es de origen mam y significa “cobija”. “Esta marca cobija a los artesanos de ambas áreas”, dijo Angélica Chojolán, quien dirigió el proyecto por varios años y ahora ellos forman parte de la cooperativa Artexco, que tiene 32 años de operar.
Los objetivos eran la reducción de la pobreza y de la desnutrición, pero “no se trabaja desde un punto de vista asistencialista”; la idea era dejar capacidad a las personas en áreas técnicas y administrativas, para darles sostenibilidad a los programas y que ellas sigan ejecutando.
Según Oliveros, se trabajó en el fortalecimiento organizacional porque están “completamente convencidos de impulsar a los pequeños productores”.
Del programa que ejecutó Agexport, el ingreso de los productores se incrementó en 16%, y afirmaron que “entre los logros más impactantes se puede mencionar que la pobreza se redujo en 14% en el área de influencia”.
La productividad agrícola se incrementó en 28%, de acuerdo con los resultados de la firma en mención.
Se trabajó con 22 mil familias en 12 municipios de Totonicapán, Quetzaltenango y Quiché, por medio de 173 micro, pequeñas y medianas empresas.
El programa incluyó los ejes de producción comercial, ambiental y empoderamiento económico de la mujer. En la cadena de hortalizas, cardamomo, árboles frutales y artesanías, la inversión fue de US$37.4 millones (US$20.5 millones aportó Usaid y US$16.9 millones, Agexport, Save the children, Vital Voices, Asociación Sotzil, IICA e Incap).
La cadena de artesanías innovó en la oferta y el diseño de más de dos mil productos y se apoyó en la creación de la plataforma Simbiótica, proyecto que fue reconocido por el BID como emprendimiento innovador.
Las cadenas de valor del café, hortalizas y artesanías cubrieron áreas de San Marcos y Huehuetenango para producción del grano de oro, con apoyo a ocho mil 874 caficultores de 129 organizaciones.
El programa incluyó asistencia técnica y buenas prácticas de producción, además de componentes de seguridad alimentaria y nutrición, educación y desarrollo empresarial.
En promedio se logró aumentar la productividad entre 20 a 25%. Respecto de ventas de café se reportaban US$15.3 millones en el 2013 y al 2017 llegaron a US$31.4 millones.
En hortalizas se vendieron US$656 mil el primer año y el último logró US$3.7 millones. Además se creó la cadena de artesanías, que de no ofrecer productos pasó a vender US$139 mil en un año.
En conjunto, el acumulado de ventas en cinco años fue de US$133.5 millones y significó 48 mil 787 empleos, se mejoraron las prácticas de producción, aprendieron a negociar y se redujo la cadena de intermediarios, con lo cual mayor parte del precio final llegó al productor, dijo Olivares.