Nadie discute hoy que la desigualdad ha crecido en los últimos 20 años en el mundo. Pero, ¿cómo lo sabemos?
BBC NEWS MUNDO
Palma, el índice de un economista chileno que revela el lado oculto de la fuerte desigualdad en América Latina
Parafraseando el proverbio, todo depende de la vara con la que medimos.
El coeficiente Gini, creado a principios del siglo pasado, fue la vara usada hasta hace poco para determinar la desigualdad.
Un siglo más tarde, el cambio más importante es el llamado índice Palma, elaborado por un economista chileno José Gabriel Palma, de las universidades de Cambridge en Reino Unido y de Santiago en Chile.
El Índice de Desarrollo Humano de la ONU, las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las Cuentas Nacionales Británicas, entre otras, han incorporado este índice a sus mediciones de desigualdad.
También lo han hecho, a instancias del premio Nobel Joseph Stiglitz, los Nuevos Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas.
En declaraciones a BBC Mundo, Palma explica la base de su método.
“El Gini es útil, pero estadísticamente limitado y poco transparente. Establece una cifra que intenta capturar la desigualdad de una sociedad en su conjunto, pero es muy poco informativo sobre lo que ocurre dentro de esa sociedad”.
“La fuente de datos que usamos es la misma, pero la metodología es diferente y nos permite un diagnóstico más detallado”, añade.
Los límites del Gini
El coeficiente Gini lleva el nombre de su creador, el sociólogo y estadístico italiano Conrado Gini, que en 1912 publicó “Variabilitá e mutabilitá”, el texto que sentó las bases de su cálculo.
El cálculo va de cero a uno.
El cero significa que todos los miembros de la sociedad tienen exactamente el mismo ingreso (igualdad absoluta), mientras que el uno significa que un solo miembro de esa sociedad se lleva todo el ingreso.
Entre estos dos extremos se colocan todos los países.
Un país con Gini 0.4 es menos desigual que otro que tiene un 0.5.
El problema es que esta cifra es plana, pues no nos dice dónde la desigualdad es más pronunciada.
¿Se debe a una caída del ingreso de los más pobres? o ¿al aumento de los más ricos?
O, como se viene diciendo en muchos medios y discursos políticos, ¿es la clase media la que está sufriendo el impacto?
El Índice Palma
Un siglo más tarde, con la caída del muro de Berlín y la hegemonía del proyecto neoliberal a nivel global (desregulación, privatización, apertura irrestricta comercial y financiera, precarización laboral) los problemas del Coeficiente Gini se hacen más evidentes.
En su investigación, Palma comparó entre dos grandes sectores -el 10% más rico y el 40% más pobre- y descubrió por qué la desigualdad en el mundo es tan marcada.
“Encontré que cuando se compara la desigualdad entre países, nunca se debe a lo que sucede en el medio de la población, es decir, en lo que se lleva la mitad que se ubica en el medio y el medio alto, deciles 5 a 9 del ingreso”.
“Esa mitad se lleva algo muy cercano a la mitad del ingreso de una sociedad en casi todos los países, sean ricos o pobres, grandes o chicos, democracias o dictaduras, tengan o no recursos naturales, un buen nivel de educación o de gobernabilidad”, agrega.
“Es un fenómeno asombroso. Toda la gran diversidad distributiva en el mundo se debe a lo que pasa en la otra mitad de la torta. En específico, lo que se lleva el 10% más rico”, señala Palma.
América Latina, por ejemplo, es mucho más desigual que los países nórdicos, pero no por lo que pasa en los sectores medios que en ambos casos se lleva lo mismo, algo cercano a la mitad.
La gran diferencia distributiva en ambas regiones se debe a cómo ricos y pobres se distribuyen la otra mitad de la torta.
En América Latina el 10% más rico se lleva el doble de la proporción del ingreso que su contraparte nórdica; por tanto, al 40% más pobre no le queda otra que llevarse una parte muy pequeña, equivalente a la mitad de lo que se lleva su contraparte en el norte.
“El Gini, por su falta de transparencia, escondía ese secreto”, asegura Palma.
“Por eso sugerí reemplazar al Gini por un índice que mide la relación entre el porcentaje del ingreso que se lleva el 10% más rico y lo que se lleva el 40% más pobre que es donde existe la desigualdad”.
“Esto nos habla de un fenómeno político fascinante. Mientras en todo el mundo la clase media tiene la misma capacidad para apropiarse de una mitad de la torta, el poder relativo de los ricos y pobres varía enormemente cuando llega al momento de distribuir la otra mitad”, afirma Palma.
América Latina
La región es uno de los mejores ejemplos de esta diferencia de poder político.
“En Chile, por ejemplo, el 10% más rico ha resistido con mucho éxito los intentos distributivos de los cinco gobiernos de centro-izquierda desde el retorno a la democracia”, dice Palma.
“Por eso, la desigualdad apenas se ha reducido en un mínimo vergonzoso. La así llamada nueva izquierda de América Latina ha tenido mucho más éxito en bajar los niveles de pobreza que en mejorar la distribución del ingreso”, explica.
En su índice, Argentina es el país más equitativo de la región, pero Palma abriga serias dudas sobre la base de datos de ese país.
Uruguay le sigue con un valor de 2.4.
Comparativamente esto quiere decir que mientras en Uruguay los ricos reciben como proporción del ingreso algo más del doble que el 40% más pobre de la población, en Brasil (puesto 12) y Colombia (puesto 14) reciben casi 4 veces más.
A pesar de su reputación de ser sociedades drásticamente desiguales, Perú (quinto) y México (séptimo) tienen un Palma de 2.9 y 2.8 respectivamente.
Es interesante que al comparar ambos índices -el Palma y el Gini- en términos de ranking la tabla de posiciones da un orden similar.
“Lo que cambia es la distancia que separa a los países en cuanto a su desigualdad”, señala Palma.
Consecuencias políticas
En los años de oro de las materias primas este siglo, América Latina se preció de reducir a la mitad la pobreza y llegó a proclamar que al fin se hacía algo contra el ancestral Karma de la desigualdad.
“En realidad lo que se hizo mediante políticas públicas como el salario mínimo, la formalización del trabajo o la bolsa familia en Brasil, fue sacar a muchos que vivían debajo de la línea de la pobreza y colocarlos en un nivel de pobreza”, explica Palma.
“Pero como ahora se hace evidente, cuando los pobres ganan más les es más difícil sostener sus logros en el tiempo. Para los ricos es diferente pues siempre pueden recuperar el terreno perdido”.
“Esta asimetría ayuda a entender porqué ha sido tan difícil mejorar la desigualdad en América Latina en forma sostenida”, señaló a BBC Mundo Palma.
En este sentido, el economista señala que en países de ingreso medio, especialmente medio alto, es muy barato sacar a la población de la pobreza.
“Todo el plan Bolsa de familia en Brasil que sacó de la pobreza a muchas de las 13 millones de familias que beneficiaba costó 0.5% del PIB por año”, dice Palma.
“Cambiar la desigualdad es otra cosa. Ello necesariamente pasa por cambiar la estructura tributaria, como en la OCDE, por reducir la evasión y elusión de impuestos, aumento del salario y formalización del trabajo, transferencia a los pobres.
Es muy fácil saber lo que hay que hacer, otra cosa es tener la voluntad para hacerlo”, comenta.
¿Cómo sabemos qué ingresos tienen los distintos segmentos de la población?
La fuente más común es la Encuesta de Hogares, que intenta ser una muestra representativa del total de la población.
En Chile se entrevista a 80.000 hogares con una población de casi 18 millones de personas.
Pero en este tipo de encuesta, al ser voluntaria, puede haber ocultamiento o mentira, especialmente en el ingreso de los más ricos.
Un país como Perú, por ejemplo, aparece como menos desigual que Costa Rica.
Germán Alarco, especialista de la Universidad del Pacífico del Perú y colaborador de la Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd), le explica a BBC Mundo las lagunas de la microdata de su país.
“Hay absurdos. Según la encuesta la familia más rica del país recibe solo US$393,081 anuales y los de 30 mayores ingresos como promedio solo US$159,631”, precisa.
“Estos resultados son insólitos ya que corresponden al ingreso de un gerente medio de una mediana empresa en el Perú. ¿Dónde están los propietarios del capital?, ¿dónde están las familias de altos ingresos que todos conocemos?”, dice Alarco.
Por eso, los economistas procuran complementar esta encuesta con otros datos -salario mínimo, impuestos, información sectorial de la industria o el comercio, por ejemplo- y le añaden una ponderación del error estadístico.
A pesar de esto, se mantiene un grado de incertidumbre fértil para la ficción.
En una novela del escritor estadounidense Paul Auster aparece un personaje que trabaja de encuestador e inventa a los encuestados y sus respuestas.
Jorge Luis Borges llevó al absurdo esta necesidad humana de medir: el memorioso que toma un día entero en recordar 24 horas de su vida.
A pesar de ello, inevitablemente seguimos midiendo y en base a esas cifras evaluamos el presente y trazamos el futuro.