“Cuando papá llegaba a la casa, nunca hablaba de trabajo. Seguramente me interesé en el negocio por osmosis”.
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Cómo manejar un exclusivo negocio de 321 años de historia que sigue generando millones de dólares
"Creo que llevo el vino en mi sangre", dice Lizzy Rudd, presidenta de la firma comercializadora de vinos Berry Bros y Rudd (BBR).
Lizzy Rudd, presidenta de la firma, cuenta que el negocio comenzó en 1698 y fue creado por una mujer. (Foto Prensa Libre: Elena Heatherwick)
Rudd, de 52 años, ha sido desde 2017 presidenta de BBR, la compañía de vinos más antigua del Reino Unido.
Ubicada en el área de St. James en el centro de Londres, la firma ha tenido una tienda allí desde 1698 y actualmente es propiedad de las familias Rudd y Berry.
Como es una compañía con una indiscutible reputación de lujo y elegancia, a su alrededor funcionan numerosos clubes privados, dos de las tiendas de cigarros más exclusivas del Reino Unido, y un negocio donde se puede comprar una escopeta -hecha a medida- antes del inicio de la temporada de caza de urogallos.
En el amplio y sorprendentemente acogedor despacho de Rudd, hay un retrato de su padre John, presidente hasta el año 2000.
Sería fácil imaginar que BBR es un bastión de la tradición liderada por hombres, pero la compañía original fue creada por una mujer. Y Rudd es la segunda presidenta de la firma.
“El negocio fue fundado en 1698 por la viuda Bourne”, cuenta.
“No sabemos casi nada de ella, solo que estableció el negocio como una tienda de comestibles, que importaba té, café y especias exóticas”.
La empresa vendía vinos al menos desde principios del siglo XIX. Su nombre cambió a Berry Bros en la década de 1840, y luego a Berry Bros y Rudd un siglo después, en la década de 1940.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la abuela de Lizzy Rudd, Ethel Rudd, se convirtió en presidenta de la compañía.
¿Fue simepre una ambición para Lizzy seguir los pasos de su abuela?
“No, nunca supuse que me convertiría en presidenta, nunca hubo ninguna presión o expectativa de que me uniera al negocio”, dice.
Cuando Rudd se unió a la empresa familiar a fines de la década de los 80, no trabajó en el sector de vinos, sino que en área de bebidas alcohólicas.
Específicamente, primero trabajó en el departamento de marketing de la marca de whisky de BBR Cutty Sark.
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Es un producto de venta masiva, particularmente en los años 60 y 70, que representaba más de dos tercios de los ingresos anuales de BBR.
¿Por qué Rudd decidió asumir el cargo de presidenta?
“Tienes que ser un buen administrador del negocio, para que siga funcionando”.
Casi una década después de que Rudd se uniera al negocio familiar, lo dejó para concentrarse en criar a sus tres hijos. En 2005 regresó como vicepresidenta.
Hoy en día, BBR tiene 400 empleados y una facturación anual de US$237 millones. Además de su sede en Londres, la compañía tiene dos bodegas gigantes en Hampshire, donde almacena millones de botellas de vino.
Pero, ¿qué es lo que hace que un negocio de 321 años funcione y cómo ha sobrevivido durante tanto tiempo?
Buena imagen
“El mundo está cambiando muy rápidamente… igual que la manera en que las personas compran y beben, por lo que debemos seguir avanzando y mantenernos al día con las tendencias de los consumidores”.
De hecho, el modelo de negocio de BBR ha cambiado notablemente en la última década. En 2010, vendieron Cutty Sark, para centrarse más en los vinos.
Actualmente el vino representa el 90% de las ventas totales y los licores solo el 10%. Esto juega a favor de las fortalezas de la compañía, según Arabella Mileham, editora de Drinks Business.
“Incluso las personas que no saben mucho sobre la industria del vino reconocerían su nombre”, dice Mileham.
Pero advierte que hay un componente esencial detrás de su histórica imagen.
“No habrían durado tanto si no hubiera sido por la calidad”, apunta. “No se obtiene esa reputación sin algo que la respalde. También tienen un excelente grupo de compradores de vino, lo que es importante”.
Asia es el futuro
BBR vende botellas de vino de hasta US$30.000, aunque también tiene algunos vinos por apenas US$8.
Mientras la compañía mira hacia los próximos tres siglos, Rudd dice que los mercados asiáticos se han vuelto cada vez más importantes. Esto se refleja en el hecho de que BBR ahora tiene tiendas en Singapur, Hong Kong y Japón.
Pero, ¿no es difícil dirigir un negocio que pertenece a dos familias diferentes? Rudd dice que todos se llevan bien.
“Hay 56 accionistas que son en su mayoría Berrys y Rudds… pero las votaciones no funcionan en relación a la cantidad de acciones. Tomamos las decisiones juntos”.
¿Y qué pasa cuando surgen desacuerdos?
“Aunque nuestras personalidades son diferentes, generalmente estamos alineados”, explica. “Muchos de nosotros hemos crecido juntos, como si fuéramos primos”.
“Tenemos discusiones fuertes, pero no es como algunas relaciones familiares donde puede haber tensión. Estas conversaciones pueden verse desde afuera como peleas, pero no lo son en absoluto”.
Sucesión
Como en todas las empresas familiares, surge la cuestión de la sucesión. ¿Alguno de sus hijos quiere seguir sus pasos?
“Ninguno de ellos está en el negocio en este momento, pero todos están interesados en el vino y los licores”.
“Hemos tenido días en familia con las siguientes generaciones de Berrys y Rudds. La última vez hubo alrededor de 50-60 personas, y les enseñamos sobre comunicación, cómo leer un balance, y otras habilidades prácticas. Queremos animarlos a tener la negocio en el radar “.
Entonces, ¿por cuánto tiempo piensa dirigir el timón?
“Es importante renunciar cuando alguien de la próxima generación esté listo para asumir el control, en lugar de quedarme hasta que sea anciana, lo cual es una característica común en los negocios familiares y, de hecho, en mi propia familia previamente”.
“Quiero estar aquí el tiempo suficiente para hacer una diferencia, pero para mantener las cosas en movimiento y actualizadas, debemos permitir que la generación más joven se incorpore y se ponga en marcha cuando esté preparada”.
Por ahora Rudd está en el asiento del conductor, y quizás dentro de 20 años, su retrato esté colgado en la pared.