Y aunque ha matizado sus posturas durante la campaña, también ha generado resquemor entre empresarios, incluido Carlos Slim, el hombre más rico de México.
“Se ha llegado al exceso de decir que ni siquiera somos auténticos empresarios, sino ‘traficantes de influencias’ y ‘beneficiarios de la corrupción’. Estas declaraciones nos hieren y nos ofenden profundamente”, dijo a inicios de junio -en una reunión con el candidato- Alejandro Ramírez, CEO de Cinépolis, una cadena mexicana de cines con presencia en América Latina, Estados Unidos, España e India.
La relación entre el candidato y la iniciativa privada también se había complicado porque distintas empresas como Grupo México, un conglomerado con concesiones mineras y ferroviarias, llamó a sus empleados a no votar por un modelo “populista”, en referencia a López Obrador.
“Afectaría el desarrollo y bienestar del país, de la economía familiar”, dijo a sus empleados el director de la empresa, Germán Larrea, en una carta obtenida por la AFP.
La postura se sumó a la de otras empresas como la aerolínea Aeroméxico y el fabricante de alimentos Herdez.
Sin embargo, a la salida de la reunión a puerta cerrada con ese grupo de empresarios, López Obrador dijo que el encuentro fue constructivo.
“Se aclararon todas las dudas, se limaron asperezas y estableció un compromiso de trabajar juntos”, dijo tras el evento el candidato.
El izquierdista de 64 años mantiene una ventaja de doble dígito sobre sus contendientes en la elección, el oficialista José Antonio Meade y el conservador Ricardo Anaya.
Vital inversión privada
El equipo económico de López Obrador hoy asegura que la participación de la iniciativa privada es vital para que la economía, que en 2017 creció 2%, tenga una mayor expansión.
“Para poder crecer más, necesitamos invertir más, para poder invertir más, tanto el sector privado como el sector público tienen que hacerlo así”, dijo a la AFP Carlos Urzúa, quien sería secretario de Hacienda si López Obrador triunfa en la elección.
Urzúa, académico en la universidad privada Tecnológico de Monterrey, dijo que las diferencias se han exagerado.
Pero “es verdad que en los grandes empresarios mexicanos y sobre todo aquellos que están en dos ciudades clave que son Ciudad de México y Monterrey, hay más reticencia acerca de esta posibilidad pero son muy pocos”, dijo.
La influyente Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), un órgano de empresarios en el país, reconoció que ha tenido desencuentros con el candidato pero que el diálogo no se ha cerrado.
“Hemos tenido a lo largo de la campaña notorios desencuentros, hemos señalado claramente cuando ha habido expresiones públicas a través de las cuales ha hecho descalificaciones del sector o de empresarios en particular”, dice a la AFP Gustavo de Hoyos, dirigente del organismo.
“Lo que debo reconocer de estos desencuentros, que sí los hay y permanecen, es que nunca hemos suspendido el diálogo, tenemos una comunicación fluida”, agrega.
Enfrentamiento con Slim
Uno de los mayores enfrentamientos verbales de López Obrador fue con el empresario Carlos Slim, cuyas empresas están detrás de la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, un proyecto de US$13 mil millones.
El candidato había amenazado con cancelar la construcción de la obra y en su lugar utilizar conjuntamente la terminal actual y la base militar de Santa Lucía, en el vecino Estado de México.
La amenaza generó una inusual conferencia de prensa de Slim, cuyas empresas ganaron un contrato por unos UD$4 mil 700 millones para la construcción del edificio terminal.
“Suspender el proyecto es suspender el crecimiento del país”, dijo Slim, a lo que López Obrador respondió que si el proyecto era tan bueno, el empresario debía hacerlo con su dinero.
Sin embargo, el aspirante fue matizando sus posturas y posteriormente se dijo abierto a entregar en concesión la obra a la iniciativa privada.
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