El avión, de 35.20 metros de largo, 35.05 metros de envergadura y 11.84 metros de altura, despegó desde una pista en Gaivao Peixoto, municipio en el interior del estado de Sao Paulo donde Embraer tiene una planta, y regresó tras unos 50 minutos de vuelo.
La prueba en el aire siguió a numerosas pruebas en la pista y requirió una gran movilización de vehículos de rescate y de coches de bomberos.
La Fuerza Aérea Brasileña, que desarrolló el avión en asociación con Embraer, ha hecho inversiones por 4,600 millones de reales (unos 1,700 millones de dólares) en el proyecto y ya hizo un encargo formal de 28 unidades, la primera de las cuales es esperada para el segundo semestre de 2016.
Embraer también recibió peticiones de las Fuerzas Aéreas de Argentina, Chile, Colombia, Portugal y República Checa, países que han participado en el proyecto con el desarrollo y fabricación de piezas del avión.
La aeronave, desarrollada para superar al Hércules C-130 en desempeño, capacidad de carga y sistemas de misión y de vuelo, puede ser utilizada para el transporte de cargas y de tropas, así como para su lanzamiento y para operaciones de rescate y de combate de incendios forestales, según Embraer.
El aparato, equipado con visión nocturna y que puede alcanzar una velocidad de 470 nudos (870 kilómetros por hora) , cuenta con equipos que permiten llenar el tanque de combustible o abastecer a otras aeronaves en pleno vuelo, de acuerdo con el fabricante.
El carguero tendrá capacidad para operar en pistas cortas y con poca estructura en lugares como la Amazonía o la Antártida, según Embraer.
La empresa está construyendo actualmente un segundo prototipo para utilizarlo en pruebas antes de comenzar la fabricación en serie.
Un estudio de viabilidad de Embraer identificó 700 aviones de transporte militar en 77 países cuya vida útil está próxima a terminar o que necesitan ser modernizados y la empresa brasileña pretende aprovechar este nicho de mercado.