No obstante, durante más de un año, un conjunto distinto de números ha dominado las conversaciones sobre las Olimpiadas de Tokio: el aumento en el conteo de casos de coronavirus, los factores de riesgo en escalada, una suma total inadecuada de vacunación.
A pesar de estos problemas, es casi seguro que los juegos se llevarán a cabo este verano. La última evidencia fue el anuncio del lunes en torno a los espectadores nacionales, quienes podrán asistir a los eventos olímpicos en aforos reducidos.
Estos números tal vez expliquen por qué —un mes antes de la ceremonia de inauguración— los juegos siguen adelante.
15.400 millones de dólares
Si el nuevo estadio nacional de Tokio está vacío la noche de la ceremonia de inauguración, en esencia será una inversión de 15.400 millones de dólares tirada a la basura. La cifra, un récord incluso para los famosos presupuestos descomunales de los Juegos Olímpicos, ha aumentado 3000 millones de dólares tan solo en el último año. Sin embargo, el daño a la reputación de Japón, además de la pérdida monetaria, sería incalculable.
“Este era el ejercicio de marca que iba a exhibir a la superpotencia del estilo de vida en la Tierra”, comentó Jesper Koll, un asesor de inversiones que ha vivido en Japón durante más de tres décadas. “A final de cuentas, no se trata de recuperar o no los costos de construcción, sino de que la marca del país reciba un impulso”.
Ya se han evaporado muchas de las ventajas que esperaban gozar los hoteleros y restauranteros de Tokio por ser la sede de los juegos, pues en marzo los organizadores prohibieron la presencia de los espectadores internacionales. Ni siquiera los visitantes de las Olimpiadas que tendrán permitido entrar a Japón podrán experimentar la mayoría de los encantos de Tokio porque las reglas los restringen a los recintos olímpicos.
4000 millones de dólares
Esa es la cantidad potencial de ingresos por derechos de televisión que el Comité Olímpico Internacional (COI), la institución que organiza y dirige los juegos, podría reembolsar si no se llevan a cabo los Juegos Olímpicos. La cifra equivale al 73 por ciento de los ingresos del COI. Los patrocinios relacionados con los juegos equivalen a cientos de millones de dólares más y una cancelación también implicaría que esas empresas buscarían la devolución de su dinero.
1250 millones de dólares
Los derechos de transmisión de los Juegos Olímpicos para Estados Unidos son de las propiedades deportivas más valiosas del mundo y el ingreso por publicidad que producen por lo general también los convierte en algunas de las más rentables. En marzo de 2020, NBC Universal, empresa que tiene los derechos de transmisión de los juegos para Estados Unidos, anunció que había vendido 1250 millones de dólares en publicidad nacional para las Olimpiadas de Tokio. Esta cifra supera la vendida para los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro, los cuales generaron 1620 millones de dólares en ingresos totales para la empresa y 250 millones de dólares en ganancias.
Y ni siquiera un año de demora podría perjudicar el balance de NBC. Durante una conferencia con inversionistas celebrada la semana pasada, Jeff Shell, el director ejecutivo de NBC Universal, comentó que, en función de las audiencias, los Juegos Olímpicos de Tokio “podrían ser las Olimpiadas más rentables en la historia de la empresa”.
549 millones de dólares
La palabra “solidaridad” aparece 406 veces en el último informe anual del COI. La referencia más significativa es a los 549 millones de dólares que el organismo distribuye en la llamada solidaridad y otros pagos a los comités olímpicos nacionales, grandes y pequeños (el informe del COI no brinda un desglose sobre las cantidades pagadas).
Para muchos comités olímpicos, la generosidad del COI —el cual paga todo, desde los costos administrativos hasta los subsidios de entrenamiento para los programas de desarrollo de juveniles— es un vital salvavidas económico. Por ejemplo, en la isla caribeña de Santa Lucía, el financiamiento del COI representa alrededor de una cuarta parte de los 600.000 dólares del ingreso anual para el comité olímpico nacional, según Richard Peterkin, un exmiembro del COI.
Sin embargo, los países más grandes también cuentan con el dinero. A inicios de este año, en su informe anual, la Asociación Olímpica Británica mencionó la posibilidad de un colapso financiero si se cancelaban estos juegos de verano. “La cancelación de los juegos después de mayo de 2021 crearía una incertidumbre material que podría producir cuestionamientos significativos sobre la capacidad de la empresa para seguir funcionando”, concluyeron hace poco sus consejeros.
15.500 atletas
La postergación de las Olimpiadas forzó a miles de atletas —unos 11.100 de los Juegos Olímpicos y 4400 de los Juegos Paralímpicos, que juntos representan más de 200 países— a poner en pausa sus vidas durante un año. A volver a comprometerse a otros doce meses de entrenamiento. A demorar planes de matrimonio, inscripciones universitarias e incluso planes para tener hijos. Por lo tanto, no es ninguna sorpresa que, en líneas generales, los competidores de todo el mundo estén ansiosos de que por fin se lleven a cabo los juegos.
“En teoría, ya debería estar en la siguiente etapa de mi vida”, opinó Delante Johnson, un boxeador de 22 años originario de Cleveland que tenía el objetivo de volverse profesional en 2021. Johnson decidió mantener su estatus de aficionado otro año, en parte, para cumplir una promesa que le había hecho a su exentrenador, Clint Martin, quien murió en 2015. “Siempre me decía que iba a ir a las Olimpiadas y me estoy aferrando a eso”, mencionó Johnson.
Para los atletas olímpicos que han organizado toda su vida para buscar su sueño, los juegos lo son todo. Les pueden abrir la puerta a oportunidades de patrocinios, a dinero adicional por las medallas, a carreras posteriores a las competencias. A muchos, las Olimpiadas también les ofrecen la oportunidad especial de lucir enfrente de una audiencia mundial. “Por fin nos permiten esa emoción y simplemente estoy atolondrada”, comentó Kaleigh Gilchrist, una waterpolista de 29 años originaria de Newport Beach, California. “Por fin podemos mostrar todo el arduo trabajo que hemos hecho”.
El 37 por ciento
Ese es el actual índice de popularidad del primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, quien podría temer que su suerte política ahora esté demasiado relacionada con los juegos como para cancelarlos. “En términos políticos, quedará encallado si suspende los juegos”, opinó Jeff Kingston, director de estudios de Asia en la Universidad de Temple, campus Tokio. Con las elecciones nacionales que se avecinan para septiembre, Suga podría percibir las Olimpiadas como un potencial salvavidas, según Kingston.
Para Suga y su gobierno, montar unas Olimpiadas exitosas —y seguras— tendría un enorme lado positivo en términos políticos. La desventaja, claro está, es el riesgo de un desastre de salud pública que cueste vidas y golpee la economía de Japón. Eso infligiría un daño mucho más serio que tan solo el perjuicio en la reputación política personal de Suga.
“Tiene el potencial de crear la variante Godzilla”, opinó Kingston. “¿Tokio quiere que así se le recuerde?”.