Gran Bretaña, que ya había batido el récord en la primera fase, superó a los australianos en la final con un tiempo de 3:50.265, a una velocidad media de 62.536 km/h.
Dinamarca fue bronce con un tiempo de 3:53.789 al ganar en el tercer y cuarto puesto a Nueva Zelanda por casi tres segundos (3:56.753) .
Some athletes cry on the podium.
Some belt out the anthem.Then there is Bradley Wiggins..https://t.co/C0KgOuWtBU pic.twitter.com/WBsbucD5QJ
— BBC Sport (@BBCSport) August 12, 2016
Pero, a pesar de todo, los británicos no lo tuvieron nada fácil. Australia dominó la prueba en los primeros 1.000 m (de un total de 4.000) . El abarrotado velódromo se ponía en pie. Unos miraban a otros como diciendo: “tranquilos, es su táctica” . Total, los británicos sólo cedían tres décimas en ese punto.
La incertidumbre se tornó en incredulidad más o menos a la mitad de la prueba. Aullaban en busca de la reacción europea pero ésta no llegaba. El paso por los 2.000 m no mejoraba la situación ni el ánimo de los presentes.
De tres se había pasado al doble… y ya no quedaba tanto tiempo para la reacción.
Pero los grandes campeones lo son también porque saben administrar las dosis justas de heroicidad a sus gestas. Incluso de drama. Cada vez quedaba menos distancia para el pistoletazo final y el margen era cada vez más amplio.
Cuando Wiggins y compañía vieron que perdían siete décimas y sólo les quedaba un kilómetro, aceleraron el paso. De siete a tres. El velódromo explotaba. Todos en pie, abrazados y celebrando. Llegados de todas las partes del mundo, querían a los británicos en lo más alto del podio. Lo exigían a gritos. De 3 a 2. El estadio temblaba, los periodistas no podían mantenerse quietos en sus sillas. De 2 a 1.
Y así, en los 3.000 m, estaban casi empatados. A falta de dos vueltas al exuberante óvalo de Rio, con madera importada desde la mismísima Siberia, Gran Bretaña se puso por delante por primera vez y, medio kilómetro después, cruzaban la línea por delante, con una ventaja cercana al segundo (+0.743) .
Se había mascado la tragedia pero los británicos le habían entregado al público y al mundo el espectáculo que aguardaban.
Se habían coronado en la persecución masculina por equipos y habían hecho rey a Bradley Wiggins, desde este viernes el Sir con más metales de la historia olímpica de su país.