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Óscar Raxón el tenaz velocista que participará en los Juegos Paralímpicos de Río

Cuando el camino serpenteado de terracería llega a su fin, el pintoresco y verde paisaje de  San Antonio  Los Trojes 1, San Juan Sacatepéquez,  da la bienvenida, al igual que su anfitrión, el atleta no vidente, Óscar Raxón.

Santos Martínez guía a Óscar Raxón durante un entrenamiento en Los Trojes, San Juan Sacatepéquez. Atrás corre su hermano Freddy. (Foto Prensa Libre: Norvin Mendoza)

Santos Martínez guía a Óscar Raxón durante un entrenamiento en Los Trojes, San Juan Sacatepéquez. Atrás corre su hermano Freddy. (Foto Prensa Libre: Norvin Mendoza)

Tras haber recibido una white card, Óscar y su guía Santos Tomás Martínez López serán los únicos representantes de Guatemala en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, en el que competirán en los  mil 500 metros de pista el próximo 11 de septiembre.

Óscar es ciego de nacimiento, pero eso nunca ha sido un impedimento.  El atleta recuerda que de niño ayudaba a su padre, Marcos Raxón, en los trabajos del campo.

Tiene presente que en un terreno, a tres kilómetros de su casa, don Marcos le ponía cargas de leña o tomates u otros vegetales para que Óscar los llevará a su hogar. Sin pensarlo con gran rapidez y agilidad corría libremente por el sendero de tierra que llevaba de regreso a su casa.

“En mi niñez nunca pensé que sería un atleta, mi papá me decía, que aunque llevara la carga, al momento de correr no lo parecía, pues le ganaba a los demás niños y cuando ellos regresaban a casa yo ya estaba descansando, relató con una sonrisa de nostalgia el corredor.

A los 18 años decidió dejar su aldea,  se trasladó a Palín, Escuintla, para estudiar en  la Escuela para Ciegos de Agroquímica Cecap, donde le enseñaron a trabajar y cultivar la tierra, a leer con sistema Braile y también se involucró más en el deporte.

El atleta nació el 19 de julio de 1984
Tiene cinco hermanos, dos hombres que también padecen discapacidad visual al igual que un de las tres mujeres.
En el 2001 inició de lleno en el deporte.
Cuando está en su casa trabaja en el campo.


Al momento de terminar sus estudios le dijeron que debía de escoger una profesión, porque aunque le gustara el deporte de eso no viviría. Por lo que empezó a trabajar en una bananera en la costa sur, pero no logró acoplarse al clima caliente,  así que dos semanas después retornó a su casa con la convicción de entrenarse y demostrar que el atletismo era su motivación en la vida.

Su primera experiencia en las carreras fue en el 2003, cuando ganó el segundo puesto de la Carrera de la Luz y el Sonido. A lo largo de su carrera deportiva ha acumulado varios trofeos y  medallas que exhibe en su humilde hogar.

En el plano internacional no se queda atrás, en el 2007 en los Juegos Parapanamericanos de Río, estuvo a punto de ganar la medalla de bronce en los 10 mil metros, pero fue descalificado por adelantarse a su guía brasileño, quien lo acompañó en el recorrido pues quien lo hacía en sus entrenamientos no pudo viajar con él. Además, tiene en su haber varias medallas de oro en juegos paracentroamericanos.

Las carreras dominicales también forman parte de su vida, y es de está manera como  obtiene una parte de los  recursos económicos para sostener  sus entrenamientos y brindar apoyo a su familia.

Para entrenar en la pista del estadio Mateo Flores, Óscar realiza muchos sacrificios;  pero para el eso no importa, pues tiene el deseo de seguirse preparándose y superándose para representar dignamente a Guatemala. En la aldea los buses no tienen un horario fijo de salida y el primero sale a las 4 horas para llegar a San Juan, luego debe abordar otro autobús que lo trae a la capital, caminar hacia el Transmetro para llegar a su destino final, a veces viaja con un acompañante, y en otras ocasiones realiza la travesía solo,  y afirma que en el camino encuentra personas que le ayudan y otras que lo critican, y él las bendice por igual.

Ser el único representante de Guatemala en los Juegos Paralímpicos es motivo de orgullo, alegría y de motivación para no darse por vencido y seguir trabajando fuerte en cada entreno con el objetivo de tener un buen resultado en la pista en la que se enfrentará a los mejores corredores del mundo y traer buenas noticias al país.

Su complemento

Para cumplir con su meta  Óscar se complementa con Santos Tomás Martínez López. Han competido y entrenado juntos por casi dos años, y en ese tiempo han llegado a comprenderse muy bien, sincronizando cada paso y esfuerzo para mejorar su velocidad y resistencia cada día.

Nació el 7 de marzo de 1991
Compitió en varias carreras dominicales bajo la guía de Alberto Jiménez.
Su primer competencia internacional junto a Raxón fue en El Salvador.


Santos es originario de  San Juan,  San José de Comapa, Jutiapa, cuenta que en el colegio siempre practicó futbol, pero antes de cada juego  corría alrededor de la cancha para tener una mejor condición físico a la hora de jugar.

Al finalizar el diversificado, su deseo de superación le hizo dejar su pueblo y emigrar a la capital para trabajar. Los domingos, al sentirse solo, salía a trotar de la zona 1 al monumento a San Juan Pablo II,  zona 13.

Uno de esos domingos, Santos observó a un gran grupo número de corredores que usaban camisas verdes frente a la municipalidad capitalina, y se les unió,  fue así como corrió sus primeros 21 kilómetros, sin ninguna preparación previa.

“Terminé la carrera en una hora y 40 minutos, y con ello me motivaron para que asistiera  la Federación de Atletismo, para contar con asesoría en mi preparación”, comentó Santos.

Ahí conoció al profesor Alberto Jiménez,  con quien trabajaba enfocado en mejorar sus tiempos, y quien lo guió en varias competencias nacionales. Jiménez también entrenaba a Óscar.

Fue él  quien invitó a Santos a ser el guía de Óscar para una competencia nacional y aunque admite que no sabía de qué se trataba aceptó este nuevo reto.

“Él me dijo, que ser guía era acompañar a Óscar, los dos tomando una liga e ir braceando juntos. No tenía ni la menor idea de qué se trataba, pero soy de esas personas que le gustan los retos, que prefiere decir no lo logré pero al menos lo intenté”, refirió Santos.

Aunque las primeras veces fue un poco complicado y era Óscar quien lo guiaba a él, poco  a poco fueron agarrando más confianza y conociendo el ritmo de cada uno. Ahora Santos planea cada movimiento, cuida que Óscar mantenga la velocidad, resistencia y ritmo para que no  agote sus energías antes de completar las diferentes distancias que recorren. —800, mil 500, cinco mil y 10 mil metros—.

El reto

Hace aproximadamente un mes, recibieron la noticia de que habían sido invitados por el Comité Paralimpico Internacional para competir en los  mil 500 metros,  fruto  de su esfuerzo pues el año pasado en su primer competencia internacional, juntos en El Salvador, cinco segundos los alejaron de la cita paralímpica.

Aunque existe cierta complicidad entre ambos y comparten algunas características físicas, las dificultades no han faltado. Recientemente cambiaron entrenador y deben  retomar el plan de entrenamiento, pues tuvieron que detenerlo porque Santos sufrió la enfermedad de moda, el  chikungunya.

“Santos me respeta el ritmo, conoce cuáles son mis movimientos y como tomar cada curva y recta durante los entrenamientos y competencias. Ahora que ya está recuperado trabajaremos con más fuerza en cada vuelta para hacer un buen papel en nombre de Guatemala”, manifestó Óscar.

El jutiapaneco jamás imaginó que competiría en unos juegos paralímpicos, y afirma que trabajar junto con Óscar le ha cambiado la forma de ver la vida.

“A veces uno tiene sus brazos, vista y piernas bien, pero uno es negativo. Personas como Óscar nos enseñan que en la vida no hay  límites, solo es cuestión de que uno luche por sus metas y no detenerse hasta alcanzarlas”, puntualizó Santos.

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