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Violencia el futbol guatemalteco se arraiga ante apatía de autoridades

Lejos de desaparecer, las distintas manifestaciones de violencia en el futbol siguen al  acecho y están  acabando con la poca credibilidad de un deporte que agoniza y que pide a gritos que alguien lo rescate.

Cuando la mayoría pensaba que la muerte del  aficionado crema Kevin Díaz, el 27 de abril del 2014, en las cercanías del estadio Manuel Felipe Carrera, sería el punto de partida para  que los distintos actores del futbol se unieran para erradicar un flagelo que lo único que ha logrado es alejar a los seguidores, ha pasado todo lo contrario.

En uno de los últimos acontecimientos, Municipal fue castigado con un partido a puerta cerrada y una multa de Q20 mil porque aficionados lanzaron objetos al estadio, en el partido frente a Antigua GFC, del último domingo. Sin embargo, el Comité de Regularización de la Fedefut sorprendió al darle trámite a su recurso de apelación y deja en suspenso la sanción.

Hay seguidores que visitan los recintos deportivos en forma de válvula de escape, con un alto nivel de agresividad.

Los principales entes, la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala (CDAG), la Fedefut, la Liga Nacional, la Asociación de Futbolistas Guatemaltecos (AFG) y la Comisión de Árbitros y de Entrenadores, no logran unir esfuerzos para erradicar  la violencia en los recintos deportivos.

Al no existir  esa comunión, conjugado con el transcurrir del tiempo, el Congreso de la República no logró aprobar el proyecto de ley para  la prevención y sanción de la violencia en eventos, espacios y espectáculos deportivos y/o de recreación, que buscaba castigar a los malos seguidores,  y todo quedó como antes: en un completo desorden.

La Fedefut, encabezada en ese  entonces por Brayan Jiménez Hernández —procesado judicialmente en Estados Unidos—, implementó unas tibias medidas, entre las que destacaban el veto a las porras y que los clásicos se celebraran a puerta cerrada y en una cancha neutral.

Esas disposiciones no lograron evitar que los insultos, provocaciones en redes sociales, lanzamiento de objetos y las riñas cesaran. Al  contrario  son factores comunes que permanecen.

Si bien los nuevos reglamentos  han buscado delegar mayor responsabilidad a los equipos locales sobre el control de sus aficionados, se necesitan más acciones para que la violencia física y psicológica hacia los jugadores,  aficionados y  árbitros desaparezca, así como el racismo.

Fenómeno mundial

El problema de violencia en los estadios  no es un hecho que solo se dé en el país. En  algunos lugares se ha logrado controlar, debido a la implementación de medidas.

Costa Rica, en el  2013,   y México, en el 2014,  las adoptaron con el fin de educar a los aficionados, para prevenir hechos violentos  y promover la aplicación de sanciones  a quienes no se puedan comportar.

“El problema de la violencia en el futbol es algo  cultural genérico y no específico. Es un fenómeno que se desarrolla a nivel mundial, por el alto grado de fanatismo”, dijo Luis Mack,  sociólogo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

“Hay seguidores que visitan los recintos deportivos en forma de válvula de escape, con un alto nivel de agresividad, escudada en un fanatismo que en muchas ocasiones desencadena en  frustración”, agregó Mack, quien apuntó que no solo basta con denunciar y castigar, sino que se necesitan campañas de educación para eliminar el problema.

Condiciones precarias

Según un  estudio efectuado por la Fedefut, en el 2016, por motivo del licenciamiento a clubes,  solo cuatro escenarios deportivos —Manuel Felipe Carrera, Doroteo Guamuch Flores, Mario Camposeco y Cementos Progreso— llenaron los estándares en materia de seguridad e infraestructura que demanda la Fifa.

Pese a que el estadio de El Trébol  fue uno de los que recibieron mayor calificación —tiene cámaras de seguridad—, poco pudo hacer para evitar el lanzamiento de objetos.

“La principal justificación de los directivos para no invertir en materia de seguridad en los estadios es que esos recintos les pertenecen a las municipalidades y no a ellos”, dijo Francisco Paz, gerente de Concesión de Licencias de Clubes.

Planes de contingencia

De acuerdo con el artículo 9 del Reglamento de Seguridad en los Estadios, “el equipo de gestión de la seguridad del estadio, junto con los especialistas y organizaciones pertinentes, deberá evaluar el riesgo de que se produzcan incidentes en el estadio que pudieran afectar  la seguridad de los espectadores o perturbar el desarrollo normal de las actividades”.

La normativa de la Fifa contempla que los clubes elaboren planes de contingencia para incendios, ataques terroristas, daños, apagones, fugas, averías, control de multitudes, evacuación de emergencia, condiciones meteorológicas, catástrofes naturales y  estrategia a seguir en caso de anulación, aplazamiento o retraso de un partido.

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