Sus goles y velocidad, pese a su pequeña estatura, lo llevaron a uno de los dos equipos más populares de Guatemala, Municipal, dirigido en ese entonces por el exportero paraguayo Éver Hugo Almeida.
La vida en Guatemala atrapó al centrocampista, quizás por el calor parecido de Retalhuleu a su natal Buenaventura, y el 7 de abril de 2004 nació su hijo, a quien bautizó como Figo Montaño, en homenaje al extremo derecho portugués Luís Filipe Madeira Caeiro, conocido como Figo.
La Nueva Generación
Figo Montaño dijo a Efe que lleva el fútbol en la sangre, y no solo en su nombre. A los cuatro años ya jugaba en ligas escolares y conserva todavía las medallas que lo acreditan como goleador.
En su memoria también hay destellos de cuando su padre lo cargaba en brazos al salir en los estadios de la Liga Nacional de Guatemala.
Pero lo de Figo va más allá de los recuerdos, pues en julio pasado logró, junto a la selección sub’20 de Guatemala, una histórica clasificación al Mundial de la categoría que se jugará en 2023 en Indonesia.
Para Guatemala, que nunca se ha clasificado a una Copa del Mundo en categoría absoluta, asegurar el cupo en Indonesia supo a gloria.
“Este logro se lo dedico a mi padre que está en el cielo”, dijo el delantero a Efe, que luce ahora un tatuaje en el brazo izquierdo con la inscripción: “Soy mundialista”.
Nadie creía en la selección, recordó Figo, pues en el partido inicial de las eliminatorias Guatemala perdió por 5-1 ante El Salvador.
Entonces, la plantilla bajo el mando del mexicano Rafael Loredo se encerró en un cuarto del hotel de Honduras, y se juraron cambiar la dirección del barco en busca del objetivo.
Así, el seleccionado guatemalteco pasó en 10 días de ser goleados por El Salvador a superar en penales a la potencia de la región, México, en cuartos de final.
“El profe Loredo confía en nosotros, va para adelante con los jugadores, él es parte importante de este logro”, dijo Figo sobre el seleccionador mexicano.
Guatemala solo había clasificado a una Copa del Mundo Sub-20 en 2011, de la mano del entrenador en aquel momento, Éver Hugo Almeida.
Con raíces colombianas
A pesar de no conocer Colombia, Figo no pierde contacto con sus raíces. “Siempre hablo por teléfono con mi abuela, mi abuelo, mi hermano mayor. Nunca he ido a Colombia pero mi sueño es ir un día y conocerlos a todos en persona”, aseguró.
El nexo con Colombia permanece, pese a la muerte de su padre, Alex, en diciembre de 2012. Al futbolista colombiano le dispararon durante un ataque armado en un restaurante, en el oeste de Guatemala. Tenía 38 años.
“Yo miraba a mi papá y él hacía muchos enganches, tenía muchas fintas. La gente que lo vio jugar dicen que me parezco en la cancha por la potencia y velocidad. Fue poco lo que le aprendí porque no tuve mucho tiempo para convivir con él”, relata Figo.
El futbolista guatemalteco tiene grandes ambiciones para la Copa del Mundo del próximo año, pese a la poca historia de Guatemala en Mundiales.
Y también espera algún día salir campeón con el Municipal, equipo en el que jugó su padre y con el que firmó un contrato cuando tenía 16 años, a la espera de consagrarse como goleador en el país centroamericano.
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