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Al poco tiempo de iniciado el duelo los jugadores comienzan a destilar sudor y las camisolas lucen empapadas. El clima es asfixiante. Los protagonistas en el terreno de las acciones esperan con ansias el tiempo de hidratación, que regularmente se concede en los minutos 30 y 75.
Ese panorama es el que experimentan los futbolistas en algunas canchas del país, donde el clima es intenso, especialmente en marzo y abril.
Según las predicciones del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología de Guatemala (Insivumeh), las olas de calor elevarán la temperatura hasta los 41 grados centígrados.
Canchas difíciles
El estadio Santa Lucía, en Malacatán, el Mateo Sicay Paz, en Siquinalá, el Municipal de Sanarate y el David Cordón Hichos, en Guastatoya son los escenarios donde el calor es más intenso y el sufrimiento de los jugadores aumenta.
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Antecedentes han demostrado que algunos futbolistas han resultado con deshidratación, ampollas en los pies y otro tipo de lesiones, después de haber jugado en canchas done el clima es es inclemente.
Por eso equipos como Municipal y Comunicaciones han implementado medidas para hacerle frente al torneo en esta época del año.
“Tenemos un sistema en el que pesamos a los jugadores, pero sin ropa, cuando llegan a los entrenamientos y luego después de estos para determinar cuánto perdieron de peso y líquidos. Usamos una fórmula que nos dice qué cantidad de hidratante deben consumir en las dos horas posteriores a la práctica para que se recuperen”, indicó Rubén González, preparador físico de los rojos.
González mencionó que en esta época de calor, casi todas las canchas del país son difíciles para que se disputen partidos.
“Obviamente que las más complicadas son las que están en la costa, por el tema de la humedad, como las de Iztapa, Siquinalá y la de Malacatán. Esta última es la más dura, sobre todo por la hora en que se llevan a cabo los encuentros —12 del mediodía-”, agregó González.
Efectos de la deshidratación
Jeanne Marie Kritschey, nutricionista deportiva y clínica, explica que los futbolistas están más expuestos a sufrir deshidratación.
“Aproximadamente el 60 por cierto de nuestro cuerpo está compuesto por agua, y a su vez el 80 por ciento de este líquido en el cuerpo se encuentra en los músculos. Un cuerpo entrenado tendrá mayor cantidad de masa muscular y por lo tanto mayor cantidad de agua en él. Es lógico entonces entender que en un jugador de futbol se presentará mayor deshidratación que en una persona normal”, aseguró Kritschey.
La experta señaló que el tema se presenta diferente en cada jugador debido a su peso corporal, su genética y su eficiencia metabólica, pero que también depende del lugar donde se lleve a cabo un partido.
“Se deben de tomar en cuenta la temperatura, la humedad, la aclimatación del jugador y la posición en la que se desempeña, ya que las destrezas físicas que exige cada puesto marcarán el grado con que el cuerpo tenga que moderar su termorregulación mediante la sudoración”, enfatiza Kritschey.
Estudios científicos demuestran que pérdidas del 1% al 5% en peso corporal por sudoración pueden causar efectos negativos en el desempeño atlético y en la función cognitiva durante la actividad física.
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