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El aporte del futbol a la economía informal

No importa la distancia, la hora o el camino, Jorge Figueroa cada fin de semana prepara su hielera con chocobananos para vender en los estadios del país y agenciarse de fondos para subsistir.

Jorge Figueroa Hernandez vende chocobananos desde hace 35 años. (Foto Prensa Libre: carlos vicente)

Jorge Figueroa Hernandez vende chocobananos desde hace 35 años. (Foto Prensa Libre: carlos vicente)

Así como Jorge, de 64 años, en Guatemala cada día son más las personas que aprovechan el futbol para encontrar un apoyo económico, ya sea con la venta de comida, playeras, recuerdos, bebidas, entre tantas cosas.

El Torneo de la Liga Nacional es el más aprovechado, es especial partidos como el del 15 de abril último, donde Antigua GFC recibió a Comunicaciones (1-0), los clásicos entre rojos y cremas, además de los choques de la Selección de Guatemala.

No existe un registro exacto de cuántas personas venden en los estadios, pero lo cierto es que el futbol se ha convertido en un espectáculo favorito por la constancia, aunque en ocasiones el negocio no es muy rentable por las pocas personas que asisten a los encuentros.

Crece interés

Según la Encuesta Nacional de Empleo 2014 del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 69.3 por ciento de la Población Económicamente Activa se dedica a la informalidad.

Agrega el informe que el 42 por ciento del sector informal está en la agricultura; el 28.5, en el comercio; 11.9, en la industria, y el 10.4, en otras actividad de servicio.

En números reales, más de cuatro millones de guatemaltecos tienen un empleo en la informalidad y el futbol, como muchas otras actividades de la sociedad, aporta un granito de arena para que cientos de personas tengan un ingreso diario.

42 por ciento del sector informal está en la agricultura; el 28.5, en el comercio; 11.9, en la industria, y el 10.4, en otras actividad de servicio.

La historia de Jorge Figueroa lo deja claro: “Ya no me daban trabajo por mi edad, pues tengo 64 años, y por más que busqué… nada. Así que que con la venta de chocobananos me sostengo y me ha ido bien”.

Figueroa ha estado en la mayoría de recintos deportivos de Guatemala, y no le importa salir a las 3 horas de su residencia en la capital para llegar a vender su producto. “He ido a muchos lados, los más lejanos son La Mesilla y El Salvador; lo disfruto mucho porque conozco y apreció paisajes increíbles”, comparte.

El estudio efectuado por la INE también hace ver que siete de cada 10 guatemaltecos trabajan en la informalidad, y de cada 10, seis son hombres y cuatro mujeres. Datos que también se reflejan en el comercio que genera el futbol como el caso de la señora Gloria Arévalo, quien desde hace cinco años ubicó su puesto de comida en las afueras del estadio El Trébol, en especial cuando el equipo rojo juega de local.

La necesidad y las pocas opciones en el país obligaron a Ramiro Pérez, un amante del futbol, a aprovechar esa pasión y hacer una larga carrera en la venta en los recintos deportivos.

Pérez tiene 35 años en el sector informal, y su producto en venta son los hot dogs. “Gracias a Dios alcanza para ganarse unos centavos. Al principio me costó. La idea nació porque siempre iba a ver a mis equipos jugar, sobre todo a Aurora. Ahora soy un aficionado que disfruta estar en los estadios”, explica.

Inyección económica

No solo la economía informal se beneficia del futbol, pues en eventos deportivos como el Mundial o las Ligas como la española, los restaurantes y tiendas de electrodomésticos incrementan notoriamente sus ganancias.

En los partidos de Selección Nacional, en especial de eliminatoria, el comercio informal incrementa al cien por cien con ventas de camisolas, comida y, en especial, la reventa de entradas.

Es así como el el futbol genera historias no solo en la cancha, sino también en las gradas y sus alrededores, un oficio de años y que se alimenta de la pasión de miles de guatemaltecos amantes del futbol nacional.

ESCRITO POR:

Fernando López R.

Periodista de Prensa Libre, especializado en deportes con más de 20 años de experiencia como reportero y editor. Reconocido por coberturas como los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, Pekín 2008 y Londres 2012.

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