Ese encuentro será la primera prueba de fuego para Guatemala, que sueña con ir a un Mundial, pero este anhelo se ha visto truncado por un futbol poco vistoso, el dopaje y la corrupción.
Claverí, un hombre forjado por y para el futbol, es consciente de estos escollos, y aunque recuerda años gloriosos en la década de los 50 y los 60, sabe que en la actualidad el nivel no es bueno, sobre todo por un cambio de estilo de juego al que les cuesta adaptarse.
“Se dejó un juego en corto que se practicaba en esas épocas y se cambió por el juego más directo, que no es el más acorde a nuestras características físicas y técnicas”, reconoce con cierto pesar mientras evoca en su memoria aquellos años en los que, como jugador, Guatemala conseguía mantener el equilibrio frente a las selecciones de Centroamérica e incluso México.
Pero no solo el tipo de juego o el escaso desarrollo del deporte fueron los únicos factores que provocaron este decrecimiento. Hay otro, quizá más importante: la falta de pasión.
“Lo que sucede es que ha faltado un poquito de amor por el deporte. En ese sentido, creo que hay países que aman más el futbol de lo que nosotros lo amamos”, manifiesta el Profe, un amante confeso de este deporte desde sus años como jugador.
Todo estos factores han marcado una coyuntura casi desastrosa en la que Guatemala se ha “aislado mucho del mundo deportivo”, particularmente del futbol, lo que ha provocado que los avances de otros países no lleguen a los campos chapines.
“Y ha impedido un desarrollo a nivel cognitivo de parte del jugador, desde lo individual hacia lo colectivo”, sin ocasión para generar una selección competitiva con “posibilidades de éxito”, apunta Claverí, quien reconoce, sin temor, que los entrenadores tampoco están en su mejor momento.
“Si no se cambia, difícilmente Guatemala va a ver un futuro más claro”, añade. Pero él está dispuesto a ayudar para provocar ese cambio, el vestuario y todo el equipo técnico lo sabe. El cambio se nota en el ambiente.
Y los resultados hablan por sí solos. Desde que tomó la selección el pasado enero, Guatemala ha jugado dos amistosos con dos triunfos. El secreto es “la gran disposición de los jugadores”, que aunque han tenido poco tiempo para entender conceptos, sí han aplicado ciertos patrones: presión alta y más posesión del esférico.
Contra Estados Unidos el próximo Viernes Santo la técnica será la misma, y más al enfrentar un rival dificilísimo” y poderosísimo, con un equipo muy hecho que lleva años con el mismo estilo.
“Es una potencia”, admite Claverí, un hombre que en sus dos últimas convocatorias para los amistosos ante Honduras y El Salvador dio la sorpresa al dejar fuera a jugadores habituales como Carlos el Pescado Ruiz y José Manuel Contreras, dos veteranos de la selección y del futbol local.
La decisión fue sencilla: “Soy un convencido de que en la selección deben jugar los que están mejor”.
Aunque es consciente de la experiencia de ambos, por ello los llamó para estar en la lista de convocados frente a EE.UU., advierte de que jugarán los que estén mejor desde el punto de vista físico, factor determinante para lograr la titularidad con Claverí, el segundo guatemalteco al frente de la selección.
Otro de los nombres que creó estupor fue el de Rodrigo Saravia, que actualmente forma parte del Columbus Crew en EE.UU., un joven al que Claverí define como inteligente, aunque debe mejorar.
Pero su versatilidad, sus características físicas y su claridad futbolística pueden ser útiles.
Todos forman parte de esa transformación, con el toque corto, la pared rápida y un futbol más posicional. Ese cambio es el que lleva a Claverí a soñar: “Yo soy muy optimista, y tengo mucha fe. Y veo a la selección peleando en el siguiente hexagonal por un lugar para el Mundial y creciendo”.