Deportes

Amigos de futbol: recuerdos que se vuelven eternos

Cuando una amistad se forja en el terreno de juego, acompañada de gambetas, goles y títulos, las anécdotas se vuelven tesoros  para la eternidad. Aunque no todo es felicidad, “la amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”, como dijo el filósofo y estadista británico  Francis Bacon.

Sánchez y McDonald mantienen la amistad que inició en las canchas. (Foto Prensa Libre: Fernando López)

Sánchez y McDonald mantienen la amistad que inició en las canchas. (Foto Prensa Libre: Fernando López)

Han pasado  43 años desde que Óscar Enrique Sánchez y Félix Alfonso Mcdonald hicieron click, no solo en la cancha, sino fuera de ella, y hacen eco de  la cita: “el amigo es como un hermano”.

La amistad comenzó tras una convocatoria a la Selección Nacional juvenil, en 1973. “Teníamos 17 años. Esa Selección era para ir al cuarto Norceca juvenil, y entrenábamos en la zona 6 —Proyecto 4-3—. De ese grupo mantenemos amistad con Sergio Riverita, Rogelio Flores,  Toledito, Vitalino… Yo estaba en la reserva de Comunicaciones en ese tiempo”, recuerda  Macdonal conocido  también como la Polilla.

La seguidilla de torneos en ese año con la Bicolor contribuyó para que se acumularan las experiencias y la amistad entre estos dos cracks, admirados por su gran habilidad al momento de jugar.

“Jugamos el Norceca, el Centroamericano y los Afrolatinos. En este último nos robaron el campeonato, en México. Nos hicieron jugar otro partido, y eso que nosotros habíamos quedado en primer lugar; le ganamos a México el primer partido, con un gol de aquel (señala a Sánchez, y sonríe); ahí ya estaba Hugo Sánchez con México. También le ganamos a Uruguay 2-1”, apunta Mcdonald, quien debutó con la camiseta de los cremas en 1972.

Óscar el Conejo Sánchez recapitula, el torneo disputado en suelo azteca: “la esposa del doctor nos hizo las camisolas. Era una playera blanca y ella le puso la franja azul; en el último partido llovió, y toda la camisola era azul porque se destiñó”, relata mientras suelta una carcajada.

En el mismo torneo, los Afrolatinos, Guatemala venció 2-1 a la selección de Uruguay, y los exjugadores de Comunicaciones recuerdan una curiosa anéctoda. “Cuando se le hace el primer gol a Uruguay, Rogelio se vino al otro marco a celebrar, y el árbitro pitó; entonces, vienen los uruguayos y sacan la pelota y nos empatan, mientras nosotros todavía estábamos celebrando del otro lado y Rogelio a penas regresando. El técnico Manía —Wálter Villatoro—,  que tenía su carácter, nos fue a maltratar”, cuentan Óscar y Félix.

Una era diferente

Cada día era una aventura para llegar a los entrenamientos y sobrevivir en una profesión que no era tan bien pagada como en la actualidad.

“Edwin Chacón tenía una bicicleta, y yo se la prestaba para ir a entrenar con la Selección”, dice Óscar. “No había tráfico, y no había pena de nada”, agrega Félix.

“En esa Selección nos rodeamos de buenos jugadores en todas las posiciones; podíamos jugar para la derecha o izquierda, que sabíamos que había alguien. Ahora se la dan al que no sabe y no hay quién. En los cremas teníamos a Aguado —Víctor Méndez— y decíamos que cuando alguien quisiera perder la pelota que se la dieran a él. ¡ja, ja, ja!… Cuando ya nos cansábamos de tocarla”, dice Sánchez.

Uno de los detalles que destacan es la humildad y el compañerismo que reinó en ese grupo. “Nunca tuvimos un pleito; la humildad ante todo”, asegura Mcdonald, mientras otra anécdota se atraviesa por su mente. “La segunda vez que jugamos en México nos fuimos por tierra, y fue alegre; las valijas se cayeron en Cocales, Escuintla, y todos le gritamos  al chofer para que parara”. “En ese tiempo no había apoyo”, interviene Sánchez. “Nadie era pretencioso. Era el amor al deporte, el amor a la camisola”, afirman.

La rivalidad no fue un impedimento para que el Conejo y la Polilla tuvieran una buena relación. “La admiración del uno hacia el otro ha sido vital. Él tenía mucho talento y habilidad; además de la humildad y el respeto que le enseñaron a uno en su casa”, asegura Sánchez, mientras lanza una mirada a su compañero de aventuras.

Después de haber dejado huella en las décadas de 1970 y 1980, con un futbol atractivo que llenaba estadios. “Teníamos nuestros propios fanes, aparte de los del equipo”, dice McDonald, luego de lamentar todo lo que pasa en la actualidad en el futbol.

“Ahora los jugadores entran a la cancha como  pavos reales, y no juegan nada. Qué tristeza. Antes no teníamos preparador físico, pero jugábamos todo el día en la calle y nuestra condición física era mejor que los de ahora”, aseveran las exfiguras de Comunicaciones.

Ambos exfutbolistas coinciden en que lo que más  extrañan de aquellos tiempos es la afición en los estadios, pues antes era una fiesta con los colosos colmados de seguidores del equipo local y del visitante, sin conflictos.

Otra faceta

A los 37 años, Óscar Sánchez se retiró como futbolista por problemas de salud; una decisión difícil después de grandes experiencias, incluidos los Juegos Olímpicos de Montreal 76, en donde Guatemala se enfrentó a la Francia de Michel Platini.

“Platini nos hizo dos golazos de tiro libre; todos solo mirábamos cómo entraba la pelota a la portería”, dice con humor, Félix Mcdonald.

A pesar de   no vestir más los pantalones cortos para defender los colores de alguna camiseta, Óscar y Félix se volvieron a encontrar, cuando tomaron el mando de la Selección Nacional Sub 17 —en el año 2012—.

“No lo dejan trabajar a uno. Los papás creen que sus hijos son Lionel Messi, y no es así. Hay mucho trabajo por hacer, pero no hay apoyo”, afirma el Conejo.

Después de esta aventura, las canchas continúan cerca de los míticos jugadores. “Todavía nos reunimos y vamos a jugar, con varios de aquel grupo. Byron Pérez, Juanito Monge, Ricardo Jerez… Tenemos el equipo de veteranos de los cremas. A Ricardo Pichinini lo llevamos una vez, pero se necesitó de una grúa para levantarlo”, dicen entre risas. “El Tanque Ramón  Ramírez ya no es tanque, ahora es tuc tuc”, bromea Mcdonald, quien cuenta que nunca tuvo problemas de rodillas y gracias a eso todavía se atreve a saltar al terreno de juego.

Siempre en comunicación por los partidos amistosos de veteranos, Félix y Óscar hablan a diario por teléfono y mantienen la amistad, no solo entre ellos, sino con sus familias. “Nos llevamos bien, aunque él mucho molesta”, dice Sánchez sobre Mcdonald.

Actualmente, Óscar el Conejo Sánchez trabaja en la administración de los campos del Roosevelt, por lo que a diario está cerca de las canchas; mientras que Félix la Polilla Mcdonald labora en el Parque Érick Barrondo. Y aunque ahora ya no viven de hacer regates y emocionar a la afición, disfrutan de la vida familiar y comparten su tiempo viendo la Liga Premier de Inglaterra y la Liga española.