José Manuel Contreras, quien con Antigua GFC no ha logrado el nivel que tuvo en Comunicaciones; Frank de León y Pedro Altán, quienes a gritos piden más minutos con el campeón Municipal; Álex Pérez, de Petapa; y Enrique Miranda, quien volvió con los mazatecos después de su intermitente paso con los coloniales, son los jugadores guatemaltecos acostumbrados a desenvolverse como volantes creativos, y que esperan figurar en el venidero Apertura 2017.
“El Conejo tenía características muy especiales. Era hábil, rápido, técnico, inteligente y goleador. Era un jugador excepcional, de aquellos que nacían con una capacidad especial. Como él no ha habido otro”.
Al igual que los centros delanteros, el enganche, una posición táctica que necesita de mucha técnica, creatividad y toma de decisiones, es cada vez menos usada en el balompié nacional, aunque el fenómeno también se da en el plano internacional.
El volante mixto es quien ha asumido el rol de la creación, debido a la dinámica que ha ido adquiriendo el futbol.
“Antes había más espacios y tiempo para tomar las mejores decisiones. Ahora se juega a otra velocidad e intensidad”, explica Gonzalo Romero, el talentoso del medio campo rojo que ganó el histórico pentacampeonato.
Para el Avioncito no hay duda de quién ha sido el mejor jugador guatemalteco con una formidable relación con el balón, dispuesto a brindarle espectáculo a los aficionados.
“El mejor en esa posición ha sido Óscar Enrique el Conejo Sánchez. Lo sufrí mucho como aficionado rojo”, confiesa Romero.
Veinticinco años han pasado desde que Sánchez decidió colgar los botines —lo hizo con Escuintla a los 37 años— y aún sigue sin existir un guatemalteco con sus excelsas condiciones.
“Era un fuera de serie. Siempre hacía que todo se mirara fácil. Tenía una talento especial”, recuerda Gonzalo Antonio.
Insuperable
Desde que Óscar Enrique realizó su debut en el máximo circuito futbolístico nacional —en 1975 con Ases del Minar, de Tiquisate— llamó la atención.
Sus gambetas, la forma con la que manipulaba el balón, la rápida resolución de las jugadas y su impecable olfato goleador provocó que Comunicaciones lo llevara a sus filas. Aurora y Municipal también lo buscaron.
Un año tardó la aventura en tierras escuintlecas del orgullo de calle Sierra de la zona 6 capitalina. Los albos lo llevaron a sus filas en 1976 para que se consagrara. Y así fue. No decepcionó en lo absoluto.
Con ellos ganó cinco títulos de liga —1977/78; 1979/80; 1981; 1982 y 1985— y fue cuatro veces campeón goleador de forma consecutiva —de 1976 a 1979—.
“Estaba rodeado de buenos jugadores. Uno no juega solo. Me cuesta comprender por qué la mayoría de jugadas las miraba fácil. Ahora hay que agarrarle la pierna a los jugadores para que hagan un buen pase”, dijo el histórico 17 crema.
“No sé por qué ha costado que salgan jugadores creativos, inteligentes, con técnica y con visión. El Moyo Contreras es bueno, pero no busca mucho el marco. Lateraliza mucho el juego. Yo siempre iba para adelante. Asumía responsabilidades. Si no había para entregar, encaraba”, recuerda el exjugador de Municipal, Aurora, Tip Nac, Cobán e Izabal.
El máximo anotador crema —165— y segundo del balompié nacional —327— señala que uno de sus mejores secretos para ser amigo de la red es que se inspiró en los grandes arietes para pasar a la historia.
“Me encantaba la forma de jugar del Morocho Anderson y de José Emilio Mitrovich. También me fascinaba Toninho y Miguel Cobián”, indica mientras sonríe con sarcasmo porque en los albos nadie quiere usar el dorsal 10.
“De seguro tienen miedo porque no poseen las condiciones necesarias. Les falta valor”, confesó.