Esta es la primera medalla de oro de Uruguay en estos Panamericanos y es el segundo título de su historia después del logrado en Caracas-1983, cuando ganó 1-0 a Brasil en la final con un gol de Miguel Peirano y con Oscar Tabárez, hoy seleccionador de la absoluta, en el banco.
“Es un momento inolvidable. Esta camiseta tiene una historia y se respeta. Por esta camiseta hay que dejar la vida. Ya lo demostramos en el partido pasado, que nos dieron por muertos y nunca hay que dar por muerto a Uruguay”, comentó Lozano exultante, con su medalla de oro al cuello, tras el partido.
El público uruguayo abarrotó las gradas del estadio de Hamilton, con capacidad para unas 25.000 personas. Banderas de Nacional y camisetas de Peñarol pusieron el color a una tarde abrasadora.
El calor acompañó a aficionados y jugadores durante toda la tarde del domingo, hasta el punto de que tuvo que pararse el partido a la media hora de cada tiempo para que los futbolistas pudieran refrescarse y descansar unos segundos.
“Trabajamos para una medalla de oro, insistimos por conseguir una medalla de oro y el obtener una de plata entra dentro del marco de lo que no queríamos. El fútbol es así, las finales hay que ganarlas, no contarlas”, comentó el DT mexicano Raúl Gutiérrez visiblemente triste tras la derrota.
México formaba inicialmente con cinco defensores y dejaba claro desde el principio que quería el balón. Deseaba construir y hacer daño con él. Mientras, el plan uruguayo era claro: presionar, esperar y contragolpear.
El Tri tuvo la primera ocasión a los dos minutos con un disparo desde dentro del área que el muro charrúa despejó. Las cartas estaban sobre la mesa y las espadas por todo lo alto.
Decenas de aficionados gritaban “México” y miles de ellos los silenciaban a continuación con “Uruguay.”
Y así, entre ánimos, Jorge Espericueta, el volante ofensivo de Defensor Sporting, cobró un tiro libre que superó a la barrera por el exterior y marcó el primer y único tanto del partido para delirio de sus compañeros.
México acusó el golpe. Desorientado, varió su formación y fue ganando metros más por empuje y aglomeración que por convicción.
Espericueta, el más activo de los suyos, lo intentó un par de veces con dos tiros lejanos, sin peligro (20, 28), y Luis Cisneros, al borde del descanso (40), estrelló el balón en el larguero en un centro lateral que se envenenó.
Uruguay llegaba al final de los 45 minutos por delante en el marcador, sin apenas haber sufrido y con su plan ejecutado a la perfección.
En los 15 minutos de descanso, con el público abandonando sus lugares para comprar comida y bebida, el grupo de hard rock Monster Truck amenizó la espera. Gritos, guitarras eléctricas y batería para ilustrar lo que había sido la primera mitad.