“No lo creíamos… Fueron momentos de tristeza… Nos quedamos sin palabras”, asegura Juan David Pemberty, dueño del local, a The Associated Press. A los 25 años, este hincha del Atlético Nacional pensaba abrir ese mismo día un café futbolero que se llamara Rojo y Verde, por los colores de las camisetas de los dos equipos de Medellín, pero los acontecimientos cambiaron sus planes. “Íbamos a inaugurar (el local) el día de la final, pero ya no íbamos a celebrar absolutamente nada”, agrega.
En vez del partido, los seguidores del equipo de Medellín conmemoraron a los miembros del club la noche del 30 de noviembre en el estadio Atanasio Girardot.
Pemberty recuerda las lágrimas y la emoción. Eso le hizo cambiar de idea. “Teníamos una publicidad y un montaje del otro negocio, pero en el momento que sucedió eso, decidí parar todo”, recuerda.
Un esfuerzo de corazón
Cuando Pemberty se abocó a la tarea de encontrar una foto de cada jugador para colgar en las paredes, se demoró más de lo previsto. “Fue difícil porque es un club pequeño y no hay prácticamente información sobre ellos en las redes sociales”. Sin embargo, hoy los posavasos, servilletas y manteles de su bar tienen estampado el logo del club brasileño. Incluso la carta incluye el “Embrujo Chapecó”, un cóctel de whisky aderezado con manzana, color del equipo.
A dos semanas de abrir sus puertas al público, el negocio regentado por Pemberty y su esposa tiene seis mesas y tres televisores que retransmiten partidos de todo el mundo. Sin embargo, la mayoría de sus clientes son turistas, en especial brasileños. “Son los más conmovidos… Vienen a tomar algo, les damos un llavero del 'Chape' y salen de acá felices porque ven que le hacemos un homenaje a algo que era de ellos”, afirma.
“No hay sino agradecimiento de parte de las personas de afuera… Gracias, gracias por este detalle tan bonito que tienen con Chapecoense, con Brasil, les parece súper lindo el bar, que la idea fue espectacular”, dice Verónica Peña, de 28 años, también fundadora del lugar situado en los alrededores del estadio del Atlético Nacional.
Abraham Jaraba, un cliente, está orgulloso de la reacción que tuvo su ciudad ante la tragedia ajena. “Es bonito ver este homenaje, que no se han olvidado, que así sean extranjeros, nosotros sentimos como nuestro lo que les pasó y quisimos entrar y conocer el lugar”.