La calidad de los futbolistas de Mourinho inclinó la final, marcada por el equilibrio hasta el final de la primera parte, cuando John Terry aprovechó un balón suelto dentro del área del Tottenham para batir, desde el punto de penalti, al meta galo Hugo Lloris.
Hasta ese momento, el equipo del argentino Mauricio Pochettino había mantenido el tipo sin excesivos sobresaltos. En un duelo plagado de precauciones, con excesivo respeto al error y el peso del juego en el medio campo, fueron los spurs los que más arriesgaron.
De hecho en momentos puntuales el meta checo Petr Cech sacó del apuro al Chelsea. Una falta lanzada por Christian Eriksen al comienzo del duelo fue despedido por el larguero. Después, el portero centroeuropeo salvó a su equipo al responder a otro tiro del danés.
También Lloris se hizo notar. Sobre todo con un cabezazo de Gary Cahill con pinta de gol.
Después llegó el tanto de Terry y el Tottenham se desmoronó. Ya no se rehizo el equipo de Pochettino, que careció de capacidad de reacción.
Cesc Fábregas pudo firmar el segundo de chilena pero Lloris desvió a córner su tiro. El centrocampista español entró en acción otra vez a continuación. Y fue determinante. Asistió a Diego Costa, que se adentró en el área por la izquierda. Su disparo tocó en Kyle Walkder y descolocó a Lloris. Fue el segundo del Chelsea y la sentencia al partido.
Nacer Chadli pudo acortar distancias pero no se esperó el error de Branislav Ivanovic y el balón rondó por la meta de Cech. El belga fue retirado después por Pochettino, que apostó por Roberto Soldado en la búsqueda desesperada del gol. Antes recurrió a Lamela. Nada le salió al preparador argentino ni a su equipo, resignado a contemplar el primer éxito del curso de su adversario.