En los últimos años, tatuarse se ha convertido casi en una fiebre colectiva que no deja títere con cabeza y el mundo del deporte no ha sido excepción.
Muchos, como Miller, han tomado el horror vacui por bandera y ya no se les conoce un centímetro cuadrado de superficie corporal despejada: un payaso por aquí, unas flores por allá, otro payaso, una calavera… lo que empezó con un dibujo tonto acabó con la denominada “Ley Miller”, que le obligaba a taparse el torso en los partidos para no distraer al equipo contrario.
Lo mismo ocurrió con el jugador de baloncesto Chris Andersen y otros tantos de la NBA, que aparecen con nuevas muestras de arte corporal cada temporada hasta ignorar por completo el concepto de “menos es más”.
Antecedente
Si nos paramos a analizar este fenómeno, debemos partir del hecho de que el tatuaje es la primera muestra de arte corporal de la historia. No es, ni de lejos, un invento moderno del siglo XXI. Entonces nos preguntamos: ¿pero por qué ahora? ¿Y por qué tanto? Según el tatuador español Xavi García Boix, el tatuaje “comenzó teniendo un sentido de exclusividad para diferenciarse de los demás. Sin embargo, al saltar a la difusión pública, esto ha pasado a tener el efecto contrario, al ‘quiero ser como Beckham’, lo cual desemboca en una motivación alienante”.
Efectivamente, muchos quieren ser como Beckham. El último, Neymar. El jugador del FC Barcelona apareció en el último partido con un tatuaje idéntico al que luce el inglés en el cuello.
No sabemos la cara que se le quedó a David al ver que su intención de exclusividad se iba al traste con la copia del brasileño, pero nos lo podemos imaginar. Beckham fue uno de los precursores en la moda del tatuaje, pero muchos han venido después que han corrido a tatuarse las mismas alas, las mismas cruces y casi, casi, los mismos nombres.
Esto resulta bastante sorprendente teniendo en cuenta que todos los futbolistas —y los deportistas en general— tienen la libertad necesaria para elegir cualquier diseño y para acceder a los mejores artistas del mundo. Según Boix, “si algo ha cambiado en los últimos 15 años ha sido la tendencia hacia un tatuaje de autor, hacia la búsqueda de un artista en concreto.
Los deportistas de élite, en general, no buscan esto y por ese motivo, la mayoría lucen tatuajes de bastante mala calidad”.
Así, nos encontramos con que en pos de la privacidad y de preservar el anonimato frente a la fama, muchos deportistas acuden a estudios de tatuadores “amigos” que les aseguran el trato exclusivo, preferente y privado que buscan, pero que no son necesariamente los mejores artistas.
Entre los motivos, sin embargo, hay más variedad. Aunque existe una serie de principios comunes y unos determinados “grandes éxitos” que se repiten con frecuencia, la galería de diseños es, al día de hoy, casi infinita. Elegir los tatuajes más representativos en el mundo del deporte es casi una misión imposible.
Obra de arte
Uno de los tatuajes que más ha causado sorpresa y admiración en los últimos meses ha sido el del argentino Carlos Tévez, quien desde su estadía en Italia con la Juventus tomó inspiración para plasmar en tinta una verdadera obra de arte en su espalda.
“Es la resurrección de los muertos”, compartió el delantero que actualmente milita en Boca Juniors, quien ha revelado a la prensa española cómo llegó a esa imagen. “Cuando fui al Vaticano a visitar al Papa Francisco lo primero que vi nada más entrar a la Capilla Sixtina fue un fresco en el techo de la resurrección de los muertos”.
“Me impactó mucho. En la tienda de souvenir me compré un libro del Vaticano y cuando lo abrí lo primero que apareció fue otra vez esa imagen. Y dije: Me la tatúo en mi espalda”, agregó a la prensa.
El mundo de Messi
La estrella de Barcelona y de la Selección de Argentina, Lionel Messi, ha dejado al descubierto su pasión por inmortalizar con tinta los grandes momentos de su vida, sobre todo desde que nació su hijo Thiago.
La Pulga resguardó el brazo derecho de las fotos durante los meses que duró la confección de su tatuaje más fastuoso. Su primera incursión fue cuando plasmó las manos pequeñas de su primer hijo junto a otros dibujos.
El argentino, quien se recupera de una lesión, mantuvo el misterio durante los meses que llevó la confección tapándose con camisas de manga larga. Al final decidió dejar al descubierto su fastuoso dibujo que recubre buena parte del sector derecho.
En las últimas horas, el programa Mundo Leo, que se emite por DeporTV y sigue al detalle la vida del futbolista, le realizó una entrevista a Roberto López, el hombre que tuvo en su máquina de trabajo la piel de la Pulga a lo largo de diferentes sesiones.
“Por lo que me explicó, quería hacer una historia de su vida con imágenes. Un reloj y una parte de un mecanismo que es por Cronos, Dios del tiempo”, detalló el tatuador.
“Tiene una flor de loto, que es increíblemente bella. Se resguarda dentro del pantano y sale durante el día. Para los japoneses, no importa de dónde venís, sino qué es lo que vas a florecer en la vida”, explicó.
Por último, puntualizó sobre la historia de vida entre Argentina y España: “También tiene un ornamento de la sagrada familia en el codo; era obvio que tenía que poner algo que haga alusión o referencia a la ciudad que lo vio crecer —por Barcelona—.
Del lado interno tiene un rosario, con la cadena del rosario, que tiene la silueta formando la ciudad. De fondo, un mapa donde se puede ver Sudamérica y un Europa”.
La leyenda Tyson
De entre todos los tribales que hemos visto en el mundo de los tatuajes —y son muchos—, destaca uno por encima de todos. Uno que es tan característico que se ha convertido en una seña de identidad. El maorí en la cara de Mike Tyson.
Si bien el expúgil insiste en que ya no queda nada del hombre temible que arrancó de un mordisco una parte de la oreja de Evander Holyfield, conserva aún la imagen de feroz peso pesado que le ha valido varias apariciones en el cine y la televisión.
Tan importante es su tatuaje en esta imagen, que ha sido protagonista de un juicio reciente entre el autor de la obra, Víctor Whitmill, y la Warner Bros, que lo pintó en la cara de uno de los protagonistas de la película Resacón en las Vegas. El exboxeador, que tiene un cameo en la primera parte, fue una clara inspiración en la secuela, Resacón 2: ahora en Tailandia, estrenada en España en el 2011, lo que infringía los derechos de autor, según Whitmill.