“¡Increíble! Es un bálsamo para todos en un momento muy difícil”, dijo a la AFP Robert Troncoso, de 33 años, con una camiseta vinotinto.
Troncoso caminaba por la avenida Francisco de Miranda, una de las principales vías del este de Caracas, donde el día anterior se respiraban gases lacrimógenos en una nueva jornada de protestas contra el presidente Nicolás Maduro, que ya llevan más de dos meses y dejan un saldo de 66 muertos.
Muy cerca de ese lugar, fue herido mortalmente en el pecho un adolescente de 17 años en las movilizaciones del miércoles.
“Es un refrescamiento, porque esto es horrible. Es una emoción grande para todos. Ojalá lo que están haciendo sirva para que dejemos de matarnos entre nosotros”, dijo a la AFP Juan Pérez, de 53 años, mientras desayunaba con su hija unas empanadas en un local comercial.
Grupos de jóvenes chocan prácticamente a diario con militares y policías, cruzando bombas lacrimógenas, chorros de agua a presión, piedras y cócteles molotov.
“Son los chamos quienes están dando la cara en la calle y son los chamos, con su fútbol, los que nos están dando esta felicidad”, agregó Troncoso.
HISTORIA PURA. ?? pic.twitter.com/HNXDxmnoZr
— Invictos (@InvictosSomos) 8 de junio de 2017
Cuando el portero Wuilker Faríñez bloqueó el tiro definitivo de la definición por penales hubo instantes de euforia.
“¡Viva Venezuela!”, gritó un hombre desde su balcón, entre distintas muestras de alegría. Muchos automóviles que empezaban a circular a primera hora de la mañana sonaban sus cornetas.
La crisis sigue golpeando fuerte, pero el futbol da a los venezolanos una razón para esbozar una sonrisa.