Entre cánticos y fuegos artificiales, los jugadores ingresaron al atardecer a un Monumental con 60 mil “millonarios” para celebrar la cuarta Copa Libertadores del club tras la final más soñada.
“Este triunfo no tiene precio va a quedar para la historia”, dijo Gonzalo “Pity” Martínez en medio de la celebración.
Martínez deja River Plate para sumarse al estadounidense Atlanta United.
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“Me despido con un agradecimiento enorme por poder disfrutar de éste mi último momento en la cancha como jugador de River”, dijo al canal Fox Sport.
🏆 ¡La ovación del Monumental para su ídolo!
🔝 Marcelo Gallardo, el DT de #ElMásGr4ndeDeLaHistoria ⚪🔴⚪ pic.twitter.com/LK5lwMfEuB
— River Plate (@CARPoficial) December 23, 2018
El jugador revivió ante la multitud el gol del triunfo cuando tomó la pelota en el centro de la cancha y tras una corrida en solitario, la estrelló en la red sin que el arquero de Boca estuviera en su puesto para defender la valla.
A su turno, el entrenador Marcelo Gallardo cruzó una enorme alfombra roja con la Copa en sus brazos en medio de la ovación de los hinchas.
“Hace tres años cuando ganamos la Copa Libertadores 2015 parecía mentira, fue un sueño hecho realidad y les dije que íbamos por más, no solo fuimos por más sino que ganamos la final más soñada del mundo”, afirmó Gallardo en medio de los gritos de la multitud.
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Los jugadores dieron la vuelta olímpica a bordo de un autobús sin techo bajo un show de fuegos artificiales.
Los cánticos de la hinchada fueron dedicados en su mayoría al clásico rival Boca Juniors.
“Un minuto de silencio, para Boca que está muerto”, cantó la multitud en una celebración que se extendió durante varias horas.
La final River-Boca se jugó en el estadio Santiago Bernabeu del Real Madrid donde River superó 3-1 a su rival.
“Siento una felicidad única por vivir esto con nuestra gente que se lo merecía desde aquel sábado que se suspendió”, dijo Enzo Francescoli, ídolo “millonario” al recordar el cambio de sede para la final que privó a los hinchas de festejar en su casa.
El partido decisivo debía jugarse el 24 de noviembre en el Monumental, pero un ataque a pedradas al autobús de los jugadores de Boca en su ingreso al estadio determinó la suspensión del partido.
Boca protestó ante el tribunal de Disciplina y solicitó ser proclamado vencedor y la desclasificación de River, pero el tribunal rechazó el pedido.
La Conmebol resolvió que la final se disputara en Madrid por razones de seguridad, lo que fue repudiado por los simpatizantes “millonarios” que finalmente pudieron celebrar en su estadio.
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