El encuentro tendría que haberse jugado en febrero pasado, pero el temporal que azotó Galicia obligó a posponerlo y la buena marcha del Real Madrid en la Liga de Campeones, donde ha llegado a la final, y del Celta en la Europa League, en la que fue semifinalista, no dejó más opción que jugarlo esta semana.
El partido se ha convertido así en decisivo para la resolución de la Liga, que finaliza el próximo fin de semana, ya que de ganar en Balaídos, a los blancos les bastaría un empate el domingo en el campo del Málaga para alzarse con el título.
“No hemos ganado nada”
En cambio, una derrota en Vigo o en Málaga, o dos empates, impulsaría las opciones del Barcelona, sabiendo, además, que en caso de empate final a puntos, los azulgrana serían los ganadores por su mejor diferencia de goles en los duelos particulares (1-1, 3-2).
“No hemos ganado nada y no nos vamos a relajar. Lo que me importa sobre todo es lo que hagamos nosotros y vamos a intentar hacerlo bien”, dijo Zidane este martes en rueda de prensa.
Los merengues llegan a este encuentro en una forma inmejorable y la moral por las nubes tras clasificarse para su segunda final consecutiva de Liga de Campeones la pasada semana, a lo que se añade que llevan 62 partidos marcando al menos un gol, con lo que superaron el récord que tenía el Bayern de Múnich en los grandes campeonatos, con 61 encuentros entre 2012 y 2014.
El técnico Zinedine Zidane podrá contar con todas sus estrellas, excepto el lesionado Gareth Bale, con vistas a este crucial encuentro.
Los gallegos llegan tras recibir el duro mazazo de su eliminación en semifinales de la Europa League por el Mánchester United, competición que se habían puesto como prioridad.