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Qatar 2022: La temperatura se eleva y cómo las instalaciones pasaron la primera prueba para la Copa del Mundo

DOHA, Catar — El sol sale antes de las 5 a. m. y de inmediato pone a toda la ciudad como si esta estuviera dentro de un horno de convección. Para la hora del almuerzo, la temperatura ha concluido su ascenso metódico por la escala, desde inusual pasando por incómoda hasta insoportable y luego, finalmente, a nociva. El viento de la bahía no sirve de alivio; en junio, en Doha, incluso la brisa de verano sopla un aire caliente.

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El impresionante estadio de 80.000 asientos con aire acondicionado en Lusail, Catar, el 13 de junio de 2022. (Tasneem Alsultan/The New York Times)

El impresionante estadio de 80.000 asientos con aire acondicionado en Lusail, Catar, el 13 de junio de 2022. (Tasneem Alsultan/The New York Times)

Este iba a ser el verano en que la Copa del Mundo llegaría a Catar, una idea que parece tan absurda ahora como hace doce años, cuando el diminuto país del golfo, digamos, adquirió el derecho de organizar el mayor campeonato del futbol. Los propios evaluadores de la FIFA habían catalogado la realización de una Copa Mundial durante el verano en el golfo como de “alto riesgo” y una sola caminata matutina confirmó ese análisis. Aun así, durante años, los organizadores cataríes prometieron entregar lo que habían propuesto, cualquier cosa que la FIFA solicitara: estadios nuevos, hoteles nuevos, tecnologías de aire acondicionado nuevas y una frontera nueva para el futbol.

Por supuesto, a la larga, los organizadores recobraron el sentido o al menos ese sentido que permite a los humanos diferenciar el calor de una temperatura infernal y, en 2015, reprogramaron el torneo para el invierno. Sin embargo, la semana pasada ofreció una mirada a cómo habría sido.

A lo largo de ocho días, Catar fue anfitrión de tres partidos intercontinentales de eliminatoria que determinaron a los últimos dos equipos en el campo para la Copa del Mundo de este año: Australia y Costa Rica. Como muchos de los acontecimientos destacados organizados en Doha en los últimos años, los encuentros fueron una oportunidad para que Catar sometiera a prueba sus instalaciones, su infraestructura y su tolerancia ante todos los diversos visitantes.

¿Cómo se vio esa mirada al futuro de esta semana? Tranquilizadora e incompleta al mismo tiempo, dependiendo de la perspectiva que tengas.

A cinco meses del partido inaugural de la Copa del Mundo, Catar parecer haber cumplido en tiempo y forma con las cosas importantes. Siete de los ocho estadios construidos o renovados para la Copa del Mundo que cuentan con aire acondicionado han sido sede de partidos; mientras que el más grande (y último) tendrá sus primeros eventos de prueba en los próximos meses. A todos excepto uno se pueden llegar a través de las tres nuevas y deslumbrantes líneas de metro que corren bajo y a lo largo de la capital y las obras continúan todos los días en las torres de oficinas, los conjuntos de apartamentos, los caminos y las aceras.

No obstante, a pesar de todo lo que ya está listo, ver a Catar este verano, tan cerca de su gran momento, es ver un lugar que es una obra en proceso y no una visión completada.

Perú atrajo a la mayor cantidad de hinchas que cualquier otro país que jugó esta semana, un ejército estridente de más de 10.000 espectadores, pero cada mañana era posible caminar cuadras largas de la ciudad sin ver un alma. Muchos residentes y visitantes salieron solo hasta la tarde, para beber cafés, pasear por los parques y áreas verdes, así como deambular por Souk Waqif, el mercado reconstruido de la capital, para llenar sus mesas y desaparecer entre su laberinto de puestos y tiendas. Sin embargo, incluso cuando los residentes, las familias cataríes y los trabajadores sudasiáticos, sacaron sus celulares para tomar fotografías y grabar videos de esos fanáticos disfrutando este lugar que es probable que nunca pensaron que visitarían, uno no podía evitar sentir que ninguno de ellos podía todavía estar seguro de lo que ocurrirá en noviembre.

(Tasneem Alsultan/The New York Times)

Los organizadores esperan que, en total, más de un millón de fanáticos ingresarán a Catar durante el Mundial (32 secciones de apoyo, como la de Perú, pero también neutrales, todas llenando los mismos espacios, compitiendo por los mismos hoteles y mesas de café, todas ondeando sus banderas y cargando sus propias esperanzas).

Persisten las preguntas sobre dónde dormirán, comerán, comprarán y beberán todos esos visitantes. Los cruceros y las tiendas de campaña podrían ayudar con el primer problema, que sigue siendo la pregunta sin respuesta más grande para los hinchas y los organizadores. La decisión de Catar de exigir a los asistentes a la Copa del Mundo que tengan prueba de compra de un boleto para ingresar al país o reservar una habitación de hotel podría ayudar a mantener bajas las cifras. Los sauditas y los emiratíes que aman el futbol podrían cruzar la frontera en gran cantidad y hacer aumentar los números. Sin embargo, el torneo es cuatro días más corto que las ediciones previas en Brasil y Rusia; si se vuelve un caos, entonces, al menos será uno más breve.

Todavía quedan algunos meses para ajustar los detalles finales, para encontrar la habitación, así como para rentar los autobuses y los barcos; para que Catar produzca el Mundial impresionante y bien organizado que prometió, para mostrar la capacidad de todo ese nuevo y deslumbrante poder suave.

¿El calor? Eso está tan abajo en la lista de preocupaciones de Catar que los funcionarios y los ingenieros ahora lo ignoran con tan solo mover la mano. Cualquiera que haya estado en el golfo en el invierno, te puede decir que sabe que para entonces el mercurio de los termómetros desciende hasta debajo de los 27 grados Celsius y es más fresco por la noche. ¿Podría eso bajar la temperatura, de maneras literal y figurada, en las zonas de fanáticos y en todos lados? Tal vez.

En los días de los partidos, no será necesario. Los sistemas de aire acondicionado del estadio funcionaron como se prometió toda la semana; el lunes, durante la victoria en serie de penaltis de Australia sobre Perú, las salidas de ventilación incorporadas en el Estadio Ahmad bin Ali de 40.000 asientos refrescó el encuentro a unos cómodos 22 grados Celsius, a pesar de que la temperatura era superior a los 32 grados Celsius afuera del techo abierto y la estructura metálica del estadio.

En unos cuantos meses, el último y más elaborado sistema construido en el impresionante estadio, de 80.000 asientos, en Lusail, que albergará diez partidos, incluida la final, enfrentará sus últimas pruebas. El ingeniero que lo diseño prometió esta semana que funcionaría. Destacó con una sonrisa, que él mismo había hecho los cálculos.

(Tasneem Alsultan/The New York Times)