Fernandes, que ya se había presentado voluntariamente el martes ante la policía para someterse a la Justicia, pero fue liberado debido a que hasta ese momento no había ninguna orden en su contra, regresó hoy a la comisaría al enterarse de que finalmente había sido expedido el nuevo mandato de detención.
Acompañado por sus abogados, el futbolista compareció a la comisaría de la Policía Civil en Varginha y fue trasladado a un presidio de ese mismo municipio, en donde dijo poseer residencia fija tras haber firmado un contrato que lo vinculó por pocas semanas al Boa Esporte de esa ciudad.
El portero llegó a jugar cinco partidos con el club de Varginha, que le ofreció un contrato que ya preveía la rescisión automática en caso de su regreso a prisión.
Bruno Fernandes fue condenado en 2013 a 22 años y tres meses por el asesinato y ocultación del cadáver de su amante, Eliza Samudio, aunque salió en libertad beneficiado por un recurso judicial en febrero pasado y pocos días después fue anunciado como guardameta del Boa Esporte, que juega en la segunda división brasileña.
Antes de su arresto en 2010 y en su auge como campeón brasileño de 2009 con Flamengo, su nombre lo citaba la prensa como uno de los posibles convocados por la selección brasileña para el Mundial de Brasil 2014.
Su contratación como jugador del Boa Esporte motivó protestas de grupos que combaten el feminicidio y llevó a cinco de los patrocinadores del equipo a retirarle su apoyo.
El magistrado de la Corte Suprema Marco Aurélio Mello, que aceptó el hábeas corpus en el que el futbolista pidió su liberación, alegó que el jugador estaba preso desde hacía seis años y siete meses y sin que hubiera sido condenado en segunda instancia, por lo que podía ser excarcelado y esperar en libertad la nueva sentencia.
La Fiscalía solicitó la revocación del recurso que lo dejó en libertad por considerar que fue la propia defensa de Fernandes la que alargó el juicio en segunda instancia al presentar varios recursos contra la sentencia inicial condenatoria.
El guardameta fue detenido en agosto de 2010, después de ser apuntado por la policía como principal sospechoso del asesinato de la modelo Eliza Samudio, con quien tuvo un hijo.
Samudio, de 25 años y quien reclamaba del futbolista el pago de una pensión para su hijo, desapareció en 2010 y fue considerada muerta, aunque su cuerpo nunca fue encontrado, en un caso que conmocionó a Brasil.