Recibido por una sorprendente “ola” en la amplia sala Pablo VI del Vaticano, el papa argentino, ardiente hincha del club San Lorenzo de Buenos Aires, insistió en que el fútbol es ante todo un juego y debe seguir siéndolo.
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“No olviden que el fútbol es un juego”, dijo, tras explicar que en una sociedad donde el individualismo es muy apreciado, el fútbol reafirma la importancia de “trabajar en equipo”.
“Muchos definen el fútbol como el juego más hermoso del mundo. Yo también lo creo, pero es una opinión personal”, dijo, suscitando un aplauso atronador.
El pontífice recordó que la labor de los padres es ante todo educativa y lamentó que incluso en el fútbol jugado por equipos de niños hay quienes “en el campo o en el borde del campo, manchan su belleza”, dijo al referirse a los padres que se transforman en hinchas desaforados.
“No olviden dónde empezaron: en ese campo suburbano, en ese oratorio, en ese pequeño club…. Quiero que siempre sientan gratitud por su historia de sacrificios, victorias y derrotas”, dijo al dirigirse a los futbolistas famosos que asistían a la audiencia.
A ellos les pidió también “animar a los más jóvenes a crecer en su interior, y tal vez incluso a ser campeones en la vida”.
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