Los dos, ambos recursos desde el banquillo, cambiaron el desenlace del partido entre el 72 y el 85. El centrocampista de 19 años, en su segundo choque como internacional, en el campo a la hora de juego, con el gol del 1-1, cuando controló un balón dentro del área, esquinado, y conectó un tiro con la derecha fuera del alcance del guardameta rival para establecer la igualada; su compañero, que entró en el 73, con el 2-1 al aprovechar un rebote dentro del área que había provocado un disparo del habitual goleador, hoy no, Robert Lewandowski.
El atacante del Bayern al que aspira el Barcelona, presente los 90 minutos sobre el terreno de juego, se quedó sin gol, sin la destreza por la que es uno de los delanteros más pretendidos del mundo, aplacado por el equipo galés durante casi todo el encuentro. Es imposible hacerlo al completo, como demostró en la acción de la victoria o en la fantástica maniobra de tacón en el medio campo con la que condujo hasta el área contraria en el minuto 20, frustrada por la intervención del portero Ward cuando lanzó su tiro.
Fue su mejor jugada -quizá la de todos- del choque de este miércoles, con ocasiones para los dos, competido en todo momento y con ventaja de Gales al comienzo del segundo tiempo, cuando Jonny Williams marcó el 0-1 con un derechazo cruzado desde el borde del área que parecía mucho menos peligroso de lo que finalmente fue para el guardameta local Kamil Grabara.
El efecto que tomó la pelota y la dificultad de visión transformaron el lanzamiento en un jeroglífico sin resolución para el portero y obligaron a la remontada a Polonia, sin gol de Lewandowski ni minutos para Bale, ambos abrazados, sonrientes, en una breve conversación en el centro del campo, una vez concluido el partido.