El Chelsea pudo haber forzado la prórroga cuando a un minuto para el final del partido el defensa Wes Morgan envió la pelota al fondo de su propia portería, pero el árbitro acabó anulando la jugada tras revisar el VAR por fuera de juego de Ben Chillwell.
La derrota es un serio aviso para el equipo que entrena Thomas Tuchel, que dentro de dos semanas se disputará el cetro europeo ante el Manchester City (el 29 de mayo en Oporto).
“Creo que hemos tenido mucha mala suerte, pero a veces ocurre en el fútbol”, lamentó Tuchel.
“Hemos controlado el partido, sin conceder ni una sola ocasión de gol (…) No sé cómo el Leicester hubiera podido ganarnos si no es por ese disparo a la escuadra que salió de la nada”, añadió el alemán.
A los ‘Bleus’ les quedan tres partidos para el final del campeonato, dos en Premier League para asegurarse su participación en la próxima Liga de Campeones (actualmente son cuartos, en la última plaza de acceso al torneo europeo) y la final europea.
De no conseguir ninguno de esos dos objetivos y acabar la temporada en blanco sería una decepción enorme para la hinchada del equipo londinense, pese a que el equipo mejoró mucho tras la llegada al banquillo de Tuchel, que sustituyó a mitad de temporada a Frank Lampard, una leyenda en Stamford Bridge, por los malos resultados.
Segundo gran éxito en 137 años
Para el Leicester, en cambio, es el segundo gran éxito de su historia después de la sorprendente Premier League ganada hace solo cinco años.
Es también una pequeña revancha para su técnico Brendan Rodgers, cuya carrera estaba marcada hasta ahora por la temporada 2014, cuando el norirlandés dirigía al Liverpool que, con el uruguayo Luis Suárez como goleador, acabó perdiendo el campeonato pese a contar con cinco puntos de ventaja a falta de tres jornadas para el final.
“Es una sensación excepcional. La FA Cup, en todo el mundo, pero especialmente en la cultura británica, es un momento único”, se felicitó Rodgers.
Los ‘Foxes’, que aún luchan por meterse en la próxima ‘Champions’ (actualmente son terceros en el campeonato), habían perdido hasta ahora las otras cuatro finales de Copa que habían disputado, la última de ellas hace 52 años.
El encuentro se disputó ante 22 mil espectadores en lo que es, hasta el momento, la mayor concentración de espectadores en un evento deportivo en el Reino Unido desde que comenzó la pandemia del covid-19.
La presencia de público en el templo del fútbol inglés fue posible gracias a la mejora de la situación sanitaria en el Reino Unido y al levantamiento progresivo de las medidas anticovid.