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2. Bajón físico en las segundas partes.
Un partido más el Real Madrid se derrumbó en el segundo acto. El ímpetu de la primera mitad se rebajó y pasó a ser un partido abierto, de intercambio de golpes en la segunda, con claro riesgo de no salir ganador. Como ocurrió ante el Barcelona, tras el descanso los de Zidane entregaron la pelota al Villarreal y estuvieron a merced suya por momentos tras la reanudación. En el contragolpe buscaron un arma para hacer daño pero no lo consiguieron. Once goles encajados en las segundas partes por nueve marcados explican la pérdida de puntos.
3. Un juego previsible.
Después de la primera mitad con minutos de presión alta, robo en campo enemigo e intentos de disparos desde varias posiciones, la necesidad y el paso de los minutos fue convirtiendo al Real Madrid en un equipo previsible. Cada acción consistía en mover el balón para intentar generar desorden en el buen planteamiento táctico del Villarreal y acabar colgando balones, principalmente desde la banda izquierda, que nunca encontraron un claro rematador. No hubo magia en los últimos metros, ni movimientos de desmarque en zona de gol para los pases de Isco o Modric. Todo se reduce a un camino que el rival estudia y encuentra con facilidad la forma de taparlo. Sin un 9 puro en el campo, con Cristiano y Bale cayendo a bandas para entrar en juego, hubo momentos sin ningún rematador en acciones de ataque.
4. Continuidad en la crisis.
Pese al mal momento que vive el Real Madrid, Zinedine Zidane no movió su equipo y repitió el mismo equipo titular que se dejó llevar en Balaídos ante el Celta con el regreso de Dani Carvajal entre los intocables. El técnico francés no modificó sistema ni metió ningún revulsivo para no señalar a ninguno de sus jugadores. Como aseguró durante la semana, si ve mal a un futbolista apuesta por darle continuidad en vez de la reprimenda con suplencia. No le está dando resultado, la segunda unidad cada vez tiene menos protagonismo y en el atasco de los titulares ni agotó los tres cambios de los que dispone. El plan B fue la entrada de Marco Asensio y Lucas Vázquez para aumentar presencia de extremos y tampoco le funcionó. Con ellos en el campo llegó además el contragolpe letal que costó la derrota por el gol de Pablo Fornals.
5. Bajón individual de jugadores decisivos.
El Real Madrid añora los goles de Cristiano Ronaldo y que ningún jugador asuma el testigo del gol. Tiene al portugués, Bale, Isco y Asensio con cuatro dianas en Liga pero sin un referente. Ningún jugador muestra un buen momento personal. El de Isco se apagó y desapareció la magia. Marcelo no mejora físicamente desde el regreso de su última lesión y su cobertura en el gol no fue la adecuada. Casemiro no da el equilibrio de antes y se traslada en inseguridad defensiva. Modric y Kroos andan lejos de su imagen y del liderazgo que ejercían para hacer jugar al resto de sus compañeros.