Las claves del triunfo madridista fueron:
1. La actitud
El vestuario trató el partido en San Mamés como una final, conscientes de que era la salida liguera más complicada en lo que le resta de campeonato y que era clave llegar al parón por delante del Barcelona. La lucha con intensidad durante todo el partido, sin despistes, fue clave. La actitud de todos los jugadores para ser un bloque unido y apenas mostrar fisuras. Ayudas continuas a Marcelo, el jugador que más sufrió en labores defensivas, líneas juntas, Gareth Bale retrasando su posición para colaborar. El Real Madrid encontró una versión solidaria que, unida a la pegada, le dio tres puntos importantísimos.
2. La omnipresencia de Casemiro:
Muestra una experiencia a sus 25 años digna de estudio. Su presencia es básica para el equilibrio del equipo de Zinedine Zidane. Es el pegamento perfecto entre la línea defensiva y la ofensiva, incansable en las coberturas, dio buena salida de balón, asomó por el área rival para marcar el gol del triunfo y fue siempre a la pelea. Casemiro no solo no se arruga, sino que hay que frenarlo. Su figura se alzó en la batalla del partido.
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¡Mira los goles de nuestra victoria ayer en San Mamés! 👇#HalaMadridhttps://t.co/wG3h8bQmeQ— Real Madrid C.F.⚽ (@realmadrid) March 19, 2017
3. El balón parado de Toni Kroos:
Cada saque de esquina que pone el alemán es sinónimo de peligro. No se cansa de dar puntos al Real Madrid con balones tocados con precisión con su pie derecho. En esta ocasión su conexión especial con Sergio Ramos no dejó el gol en el testarazo a placer del sevillano de Camas, pero fue Cristiano Ronaldo el que prolongó jugada en el primer palo para que Casemiro marcase el tanto definitivo. Otra vez una acción a balón parado. Otra vez Kroos, un salvavidas de Zidane que cambia el rumbo de los partidos.
4. La exquisitez de Benzema:
Calma la ansiedad del madridismo dos actuaciones a domicilio exquisitas y decisivas de Karim. Su reivindicación en Ipurúa ante el Eibar, la tarde que le tocaba tirar del carro sin Bale ni Cristiano, tuvo su prolongación en un estadio como San Mamés que se le da bien. Devoró espacios, se asoció con peligro en cada subida de Marcelo, dejó solo a Cristiano con una gran asistencia que el portugués le devolvió en un gol de clase. El balón le llegaba botando y el delantero francés acomodó el cuerpo y el tobillo derecho para golpear en el momento exacto al esférico y mandarlo a la red. Su respuesta a la exigencia y el toque de atención de su afición no ha podido ser más positiva para el equipo.
5. Cristiano, de la solidaridad al enfado:
Sin gol también puede ser clave en el éxito el delantero portugués. Participó en los dos goles con el toque final a un compañero, se exprimió al máximo para ayudar en tareas defensivas que otros días deja más de lado. Se sacrificó por el equipo y por eso no entendió nada cuando vio su número en la tablilla. Zidane le vio cansado y necesitaba quitar a un jugador de arriba para arropar el centro del campo con Isco. Cristiano no entiende de razones tácticas en ese momento. Dejó un improperio al aire y malas caras ante la entrada de un compañero. Poco acostumbrado a ser sustituido, son imágenes de un ganador que siempre quiere más y no puede evitar el enfado.