“Me voy a preparar de la mejor manera para lograrlo. Tengo algo a favor, el hincha me cree”, agregó el ídolo de Boca, camiseta con la que conquistó 11 títulos pese a lo cual el club aún le adeuda un partido homenaje.
Insistió en que “si algún día quiero ser candidato porque pienso que lo puedo hacer bien, lo comunicaré yo y ojalá me voten”.
Con esta aparición junto al diputado opositor Sergio Massa, exalcalde de Tigre y anfitrión en el homenaje, Riquelme de algún modo se metió en la campaña electoral hacia las presidenciales de Argentina del 25 de octubre.
Massa se postula a la Presidencia por una alianza de centroderecha, y se ilusiona con arrebatarle el segundo puesto que le adjudican las encuestas a Mauricio Macri, el conservador alcalde de Buenos Aires. Esto le permitiría competir en un eventual balotaje con el oficialista Daniel Scioli, el favorito en las encuestas.
Pero Riquelme tampoco eludió otra campaña política, la que atraviesa Boca que renueva autoridades a fin de año, y club del que se fue dando un portazo a mediados de 2014, a 18 años de su primera llegada a la institución.
Al irse, dejó atrás un historial de 11 títulos, incluido tres copas Libertadores (2000, 2001 y 2007), una Recopa (2008) y una Copa Intercontinental (2000), con 89 goles en un total de 388 partidos jugados con la casaca auriazul, 66 de ellos por la Libertadores.
Controvertido pero indiscutible líder, desafiante e irónico, Riquelme está enemistado con el poco carismático presidente del club xeneize, Daniel Angelici, aspirante a la reelección, pero dijo que tampoco apoya a sus adversarios.
Angelici es hombre de Macri, quien también presidió Boca, uno de los más grandes clubes de Argentina, un país donde la política muchas veces se mezcla con el fútbol, el deporte más popular.
El exjugador del Barcelona (2002/2003) y del Villareal de España (2003/2006 y 2007) se retiró del fútbol profesional en enero pasado después de conseguir el ascenso a Primera con Argentinos Juniors, donde surgió en las divisiones menores.
