El delantero del Toronto hizo una falta a Jacques Francois Moubandje en el campo suizo y justo de inmediato protestó al colegiado, quien no dudó en expulsarlo. Quedaban 32 minutos y el equipo de Jurgen Klinsmann quedaba debilitado, lo que aprovecharon los pupilos de Vladimir Petkovic.
Hasta ese momento, Estados Unidos había controlado perfectamente al equipo local. Con un Michael Bradley magistral en la media punta y un magnífico tanto de falta directa al borde del descanso del lateral zurdo del Orlando Brek Shea.
Los norteamericanos no pierden ante el cuadro helvético desde el 1 de febrero de 1991, cuando cayeron por 0-1 en el Orange Bowl de Miami.
Xherdan Shaqiri, la gran estrella helvética, no encontraba el momento del desequilibrio ante un oponente muy bien plantado, y cuando lo encontró (m.39) , su compañero Admir Mehmedi no acertó a rematar.
Gyasi Zardes tuvo en su cabeza el 0-2 en un fallo del portero suizo, pero su remate se marchó fuera. El inicio del segundo periodo no era sino una confirmación del control del partido de los norteamericanos.
Petkovic comenzó el carrusel de cambios y acabó por meter toda la artillería. Suiza incrementaba una velocidad y su movilidad comenzó a complicar la vida a Estados Unidos, aunque sin inquietar en exceso a William Yarbrough.
Pero la expulsión de Altidore debilitó el perfecto entramado planteado por Klinsmann y a falta de diez minutos un centro desde la izquierda desde Granit Xhaka mal despejado por Alfredo Morales acabó a los pies de Stocker, que no perdonó.
Al menos en esta ocasión, Estados Unidos, que sucumbió en Dinamarca por 3-2, no acabó perdiendo y salvó un empate tras dejar un buen sabor de boca con once hombres y fajarse al máximo en los últimos minutos frente a una Suiza que apretó sin mayor premio.