El domingo de máxima tensión
El domingo 18 de abril todo se precipitó. Durante la jornada los rumores se dispararon y en la medianoche de inicio del lunes 19 (hora centroeuropea), doce clubes anunciaron el nacimiento de la Superliga europea, unas horas antes de que la UEFA se dispusiera a aprobar la reforma de su Liga de Campeones.
Se percibió como una declaración de guerra a la UEFA y como tal fue recibida por esa organización.
En los doce fundadores, el 50% eran ingleses (Manchester City, Arsenal, Manchester United, Chelsea, Tottenham, Liverpool). Los otros eran tres españoles (Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid) y tres italianos (Juventus, Inter de Milán, AC Milán).
No estaban en el proyecto otros pesos pesados como el Bayern Múnich o el París Saint-Germain. Pero en cualquier caso, los clubes ‘secesionistas’ eran de máxima importancia: entre ellos sumaban 17 de las 21 Ligas de Campeones del siglo XXI.
La marcha triunfal de los rebeldes
En la mañana del lunes 19 de abril, los disidentes reafirman su determinación con una carta enviada a la prensa. Una hora después, el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, con gesto muy serio y con firmeza, califica esa Superliga de “propuesta vergonzosa” impulsada por “serpientes” guiadas por “la codicia”. Lo considera además “un escupitajo en la cara de todos los amantes del futbol”.
Los mercados financieros reaccionan: las acciones de la Juventus se disparan y también progresan las del Manchester United en Nueva York, tierra de sus propietarios (la familia Glazer).
¿Una exclusión de la Liga de Campeones para los clubes de la Superliga? Eso es “imposible”, sentencia por la noche el presidente del Real Madrid y primer presidente de la Superliga, Florentino Pérez, cuyo equipo se disponía a disputar unos días después las semifinales de la Champions ante el Chelsea, otro de los equipos del proyecto.
Respuesta y derribo
El martes 20, el viento comenzó a soplar fuerte en contra de los impulsores de la Superliga. El día empezó con Gianni Infantino, presidente de la FIFA, dando públicamente su apoyo a la UEFA, en la apertura del congreso de la confederación europea. El dirigente italosuizo advirtió de las “consecuencias” para los impulsores de la Superliga.
Las 55 federaciones nacionales integrantes de la UEFA condenan la nueva competición, incluidas las federaciones de Inglaterra, España e Italia. Ceferin deja entreabierta la puerta a los clubes que se arrepientan y decidan dar marcha atrás.
Mientras, se suceden las voces de grandes del futbol, también de jugadores y entrenadores (incluidos integrantes de los clubes rebeldes), en contra de la Superliga por terminar con el sistema abierto actual y convertir ese torneo en un club prácticamente cerrado para ricos.
En Francia y Reino Unido los políticos toman posiciones claramente contra el proyecto. Especialmente en Inglaterra, donde los hinchas se suman a la presión y convocan manifestaciones.
Es precisamente el enorme rechazo deportivo, político y social el que provoca las deserciones en Inglaterra. El Manchester City es el primero en renunciar y luego le siguen los otros cinco clubes, dejando a la Superliga sin la mitad de sus fundadores.
El miércoles 21 de abril, el Atlético también renuncia y luego lo hacen Inter de Milán y el AC Milán, aunque en su caso con fórmulas algo menos claras en sus respectivos comunicados.
El banco estadounidense JPMorgan, que debía financiar el proyecto, reconoce haber “evaluado mal” el proyecto. Real Madrid, Barcelona y Juventus se resisten a abdicar. Florentino Pérez dice que el proyecto no está muerto sino “en stand by”.
La hora de las sanciones
Los nueve arrepentidos encuentran clemencia en la UEFA. Negocian con esa organización y el 7 de mayo aceptan una serie de sanciones leves, principalmente económicas: un donativo global de 15 millones de euros (18,2 millones de dólares) para las “comunidades locales” del fútbol y la renuncia del 5% de sus ingresos UEFA de competición en una temporada.
El Real Madrid, el Barcelona y la Juventus no se dejan impresionar y denunciar las “amenazas” de la UEFA. El 12 de mayo, la UEFA anuncia procedimientos disciplinarios contra esos tres gigantes si no renuncian. En el abanico de sanciones previstas las más importantes son “la exclusión de las competiciones en curso y/o de las competiciones futuras” y, en el caso de los dirigentes, “la prohibición de toda actividad relativa al fútbol”.
Los tribunales saltan al terreno de juego
El 20 de abril, la justicia española había prohibido a la UEFA y a la FIFA tomar decisiones mientras que el fondo del caso no hubiera sido analizado.
Tres semanas más tarde, un juez español transmitió el caso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que deberá responder a una cuestión crucial para el futbol europeo: ¿contraviene la UEFA las reglas de prohibición de los monopolios y de la libre competencia al oponerse a una competición privada? ¿O el futbol entra el campo de las excepciones?