“Tiene el alta firmada”, había dicho momentos antes su médico personal y neurocirujano Leopoldo Luque a la prensa apostada a las puertas de la clínica en la periferia norte de Buenos Aires.
Una foto del médico junto a su paciente más famoso, con un vendaje en la cabeza, ambos sonrientes, circuló en la jornada, horas antes de su salida.
Durante su hospitalización, decenas de hinchas se mantuvieron a las afueras del centro médico, con pancartas, fotos y cánticos para darle ánimo.
La ambulancia en la que se retiró de la clínica fue seguida por una caravana de automóviles en todo su trayecto.
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Junto a sus afectos
Maradona, de 60 años, continuará su rehabilitación en una casa en la localidad de Tigre, a 30 km al norte de Buenos Aires, en un barrio cerrado cerca del domicilio de su hija Gianinna luego de que su equipo médico priorizara la necesidad de que esté rodeado de sus afectos.
“Diego pasó el momento tal vez más duro de su vida, creo que fue un milagro que se haya detectado el derrame (hematoma) en la cabeza que le pudo haber quitado la vida”, había dicho por la mañana su abogado, Matías Morla.
Maradona fue hospitalizado el 2 de noviembre por un cuadro de anemia y deshidratación, pero estudios revelaron un hematoma subdural por lo que fue operado de urgencia al día siguiente, intervención que resultó exitosa y de la que se recuperó rápidamente.
No obstante en su posoperatorio atravesó un cuadro que los médicos describieron como de abstinencia atribuido al consumo de alcohol y a la medicación que recibe desde hace tiempo por su dificultad para conciliar el sueño.
“La abstinencia es al alcohol, no a las drogas”, afirmó Luque.
La próxima etapa estará enfocada en una rehabilitación que será prolongada, adelantó el equipo médico.
Un cumpleaños con complejos y limitaciones
Las alertas habían sonado el 30 de octubre, día del cumpleaños 60 del emblema de la selección argentina, cuando se lo vio perdido, con dificultades para caminar y hablar en la celebración.
Ese día se tuvo que retirar del estadio de Gimnasia y Esgrima La Plata sin ver la goleada del equipo que dirige a Patronato (3-0) en el arranque del torneo de primera división del futbol argentino.
“Lo que hace falta ahora es una unión de la familia y estar rodeado de profesionales de la salud. Con los médicos y la familia Diego va a estar como tiene que estar: feliz”, expresó Morla.
El abogado aludió a las desavenencias entre las exparejas y los hijos de Maradona, muchas veces ventiladas a través de los medios de comunicación o de las redes sociales.
“Diego tiene que rehabilitarse, ya tiene suficiente con su problema, hay que darle paz“, dijo.
En los últimos 20 años, Maradona estuvo dos veces al borde de la muerte a causa de su adicción a las drogas, que el exjugador dijo en varias ocasiones que las ha superado.
Dalma y Gianinna, las hijas de Maradona fruto de su relación de 24 años con su exesposa Claudia Villafañe, y Jana, otra de las hijas del “número 10”, estuvieron cerca del exjugador durante la internación. Diego Junior, el hijo mayor, que vive en Italia, no pudo viajar aún a ver a su padre porque dio positivo de covid-19. El más jóven, Diego Fernando, de siete años, está representado por su madre, Verónica Ojeda, a quien también se vio entrar a diario en la clínica.
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