El sábado, el estadio Arena Condá, con capacidad para 20 mil personas, albergará el primer partido que juega el equipo desde la tragedia de hace casi dos meses. La afición se muestra entusiasmada ante el renacimiento del club y la normalización de las cosas en la ciudad. El partido, un amistoso con el campeón brasileño Palmeiras, se jugará en el mismo terreno donde en noviembre se instalaron 50 ataúdes.
“Estoy seguro de que no voy a poder dormir el viernes”, expresó Marcelo Ribeiro, de 19 años, mientras caminaba frente al estadio. “Desde el accidente la ciudad está muerta. Casi se suspenden los festejos de fin de año y casi todo el mundo piensa en un renacer. Quiero ver en qué consiste ese renacer”.
Sócio, chegou a hora de fazer a diferença e jogar junto. Seja a força que a Chape precisa!
Você é peça fundamental para o nosso recomeço! pic.twitter.com/sOGqKdaMJ0— Chapecoense (@ChapecoenseReal) January 19, 2017
En el Hotel Bertaso, donde se alojan tradicionalmente los jugadores y el cuerpo técnico de Chapecoense, los primeros síntomas de esta vuelta a la vida son obvios. El segundo piso, donde se alojaban muchos jugadores, está de nuevo lleno de gente.
“No puedo evitar sentir mucha esperanza en el futuro”, dijo el recepcionista Gelson Mangone, que perdió varios amigos cuando el avión en que viajaba la delegación del club para jugar la final de la Copa Sudamericana ante Atlético Nacional de Medellín se estrelló en los Andes el 28 de noviembre.
“Ha sido duro alojar a todos los jugadores nuevos, que están adaptándose a una nueva plaza”, expresó Mangone. “Pero se siente como si estuviésemos empezando de nuevo con un brillante porvenir”.
El nuevo técnico Vagner Mancini es uno de los residentes del hotel. Dice que el trabajo lo hace “un mejor ser humano, pero es el desafío más grande” que ha enfrentado.
“Hay que armar un equipo, un cuerpo técnico y una infraestructura en una temporada en la que Chape va a estar muy en demanda”, declaró Mancini a la Associated Press durante un desayuno.
“Ahora entiendo por qué la ciudad fue tan afectada, porque el club y la ciudad funcionan como una familia”, indicó. “Los jugadores que trajimos están cortados con la misma tijera, pero hay que alcanzar otro nivel ahora”.
Después del accidente, el Atlético Nacional, el club colombiano que debía enfrentar a Chapecoense, pidió que el equipo brasileño fuese declarado campeón de la Sudamericana.
Eso quiere decir que Chapecoense se clasificó por primera vez para el torneo de clubes más importante de Sudamérica, la Copa Libertadores. El equipo deberá tratar de revalidar asimismo el campeonato del estado de Santa Catarina, de mantenerse en la primera división del fútbol brasileño y de jugar una cantidad de partidos benéficos, uno de ellos ante Barcelona.
“Tenemos que armar un equipo competitivo al tiempo que contratamos alguien que se ocupe de los pasaportes, de los contratos”, dijo Mancini. “El club manejaba estas cosas muy bien, pero en familia. Este es otro momento”.
Al Chapecoense no le quedó casi nada tras el accidente: seis jugadores que no habían viajado, dos fisioterapeutas, un encargado de arqueros, un médico, un analista de datos, un enfermero y unos pocos dirigentes.
El nuevo presidente y cofundador Plinio David de Nes Filho, un acaudalado empresario local conocido como Maninho, encabeza la campaña para tratar de mantener a flote las finanzas del club. Ex jugadores como Nivaldo Constante, que ocupó el arco hasta poco antes de la tragedia, están contactando jugadores. Y el alcalde de Chapeco Luciano Buligon funciona como una especie de embajador del club y de la ciudad.
“Nuestros fines de semana consistían en tres cosas: familia, iglesia y Chapecoense”, dijo Buligon. “Ha sido duro mantener a flote a la ciudad porque las heridas todavía están abiertas. Pero lentamente salimos adelante. Y el sábado empezaremos a recuperar parte de nuestros fines de semana”.
No todo el mundo está contento, sin embargo.
Algunas viudas de los jugadores fallecidos dicen que no les han pagado las compensaciones prometidas. Los nuevos directivos del club aseguran que hacen lo posible mientras tratan de revivir al equipo.
Y hay algunas quejas del comportamiento de los nuevos jugadores en el Hotel Bertaso.
“A estos jugadores nuevos les gusta armar líos en sus habitaciones”, dijo una empleada de la limpieza que no quiso dar su nombre. “Los otros eran mayores, más maduros. Los nuevos parecen más infantiles. Espero que estén a la altura. La ciudad los necesita”.